Más público y mayor variedad en la oferta mantienen optimistas a los teatreros del centro de Medellín. ¿Cuánto tiempo durará el cuento?
Son las 7:00 p.m. de un viernes cualquiera de julio y una multitud de gente se agolpa en la puerta de una casona. El aviso de la pared exterior, en medio de una pintura vistosa, anuncia el lanzamiento del nuevo montaje de una de las obras de Shakespeare y dos jóvenes vestidas de negro leen en voz alta la reseña. Se emocionan, casi tanto, como si fueran a ver a su banda musical favorita.
En menos de media hora las puertas se abren, la música suave invade el ambiente y, súbitamente el lugar se hace suave y placentero, como si esas puertas aislaran el centro cultural, del río de gente que circula a toda prisa y de la caravana de carros que pita en medio de la calle. Sí. Es viernes y estamos en el corazón de Medellín.
Minutos antes de las 8:00 p.m. las puertas de la sala negra cercana al patio se abren y todos, apresurados, toman sus asientos… las luces se apagan, el sonido reina y la magia empieza.
Primer acto, el renacer del teatro
Aunque Medellín está muy lejos de tener espectáculos masivos y continuos de teatro, los directores de los principales centros culturales del corazón de Medellín coinciden en que en los últimos años la demanda ha tenido mejoras.
Sergio Restrepo, director del Teatro Pablo Tobón Uribe, cree que la oferta cultural del centro ha crecido, se ha consolidado y, sobre todo, se ha diversificado. “La gente está en el centro. No hay que recuperarlo, hay que habitarlo mejor y quitarle esa cosa de que siempre hay que andar a la carrera”, dijo. (Leer también: Cultura que transforma el centro)
Desde su oficina en el Teatro Matacandelas, el director Cristóbal Peláez coincide con su colega, aunque matiza el optimismo. “Ese crecimiento es por temporadas. Venimos en un ‘sostenuto’ con tendencia a seguir subiendo. Pero no es un milagro de ahora, es el resultado de un trabajo de muchos años”, dice mientras se toca la cabeza.
Y lo dice con conocimiento de causa. Este 2016 se cumplen 30 años desde que Cristóbal y el teatro se asentaron en el centro y se convirtieron en testigos de la agonía que se vivió durante el auge del narcotráfico y sus carros bomba; y la posterior resurrección, que según Peláez apenas empieza.
“El centro está más habitado. La gente está viniendo más y épocas que antes eran muertas como enero, se han convertido en las más concurridas. De pronto porque la gente está arrepentida de tanta parranda y llega con apetencia de cultura. O de pronto porque en la zona hay más oferta de tabernas y bares para dar rienda suelta a la tertulia”, agrega el director del Matacandelas, antes de soltar una carcajada sonora.
Cerca de allí, en el Pequeño Teatro, Albeiro Pérez es un poco más reservado en las celebraciones, a pesar de que este año alcanzó un récord que lo llena de orgullo: en 19 funciones logró más de 4.500 espectadores para el clásico Macbeth de Shakespeare.
tidades culturales y artísticas”, dijo. Zapata propuso que en próximas ediciones de la feria se aprovechen los programas piloto de peatonalización para volver a tener el Desfile de Silleteros en la comuna 10, donde nació.