A comienzos de los años 70 nadie sabía qué era un centro comercial en Medellín. Es más, en Colombiano había ninguno. Existían zonas comerciales, sobre todo en el centro de la ciudad, pero estas eran una serie de almacenes en la calle, con locales dispares y sin unidad ni administración propia. La familia Mora, que tenía la representación para Colombia de las tiendas estadounidenses por departamentos Sears, recibió por esa época la orden de cerrar la operación de esta marca en el país y vendió la sede que tenían en Medellín, en la calle Colombia, a Almacenes Éxito, de la familia Toro.
Los Mora habían visto en sus viajes a los Estados Unidos la proliferación del concepto de los centros comerciales (mall, en inglés) y decidieron experimentar esa figura en Medellín. Adquirieron un lote, propiedad de la curia, donde funcionaba una ladrillera, en la confluencia de la vía Las Palmas con la vía que iba para El Poblado. Era, en ese entonces, prácticamente una zona rural de Medellín.
Los Mora habían visto en sus viajes a los Estados Unidos la proliferación del concepto de los centros comerciales (mall, en inglés) y decidieron experimentar esa figura en Medellín. Adquirieron un lote, propiedad de la curia, donde funcionaba una ladrillera, en la confluencia de la vía Las Palmas con la vía que iba para El Poblado. Era, en ese entonces, prácticamente una zona rural de Medellín.
Es aquí cuando ingresa a la historia uno de sus protagonistas principales, don Jaime Arango Uribe, quien lleva 48 de sus 84 años como presidente de la Junta Directiva de Sandiego. Él trabajó durante 14 años como jefe de compras de electrodomésticos para Sears y cuando el local cerró sus puertas, los Mora lo llamaron para que se apersonara del nuevo proyecto del centro comercial en “las afueras” de Medellín, que tomó el nombre del barrio que lo precedía, San Diego. “En un principio, fue difícil hacer que la gente viniera a Sandiego. Esto era zona rural de Medellín y las calles eran destapadas.
Nos pusieron el remoquete de ´Campos de Paz´, porque aquí no venía nadie. Incluso yo tenía un local, donde monté Calzado Juventud”, recuerda don Jaime.
En un principio, Sandiego era un conjunto de unos 80 locales, propiedad de la sociedad constructora, que se los alquilaba a los comerciantes, pero la desocupación era grande, casi del 50% porque muy pocos le creían a la idea de un centro comercial prácticamente fuera de Medellín.
Los triciclos, el gancho definitivo
Dos años habían pasado desde la inauguración de Sandiego y la gente seguía sin ir. Un día cualquiera a don Jaime Arango, ya como presidente de la Junta Directiva, se le ocurrió una idea que lo cambiaría todo: “yo recordé que tenía unos triciclos que habían sobrado de la liquidación de Sears y con la muestra de uno me fui para Triciclos AMO y mandé a hacer como veinte. Hicimos una publicidad que decía ´Traiga a sus niños a montar en triciclo a Sandiego´. Resulta que no dimos abasto y hubo que comprar otros treinta. Se les volvió un programa a los papás traer a los niños y la gente empezó a venir en cantidades y ocupamos ya el 80% del centro comercial. Llegamos a ajustar cien triciclos. Aun los sacamos los domingos”. Dice don Jaime.
Fue así como para la segunda mitad de los años 70, comenzaron a llegar las grandes marcas a Sandiego y a replicarse la idea en todo el país y, claro, en Medellín, hoy en día, la ciudad de los centros comerciales. Pero Los Mora tuvieron un fracaso en Manizales, donde la idea no funcionó y para solventar los costos tuvieron que vender los locales de Medellín y llegaron nuevos inversionistas. Sandiego se convirtió en un centro comercial de propietarios. De esa época, solo queda el Éxito como socio comercial.
El suceso de Sandiego y de los demás centros comerciales, en palabras de don Jaime, se debe a que es un punto de encuentro para miles de personas que, más allá de comprar algo, lo que busca es diversión. “Aquí la gente viene a sentarse, a pasar el rato, a caminar en un lugar seguro, a mirar vitrinas, a conversar…Y de pronto hasta a comprar o a comer algo, por eso tienen sillas cómodas y hasta sofás de cuero”, dice.
Sandiego también se ha sabido adaptar al paso del tiempo y a los nuevos requerimientos de los usuarios de estas zonas. Lo primero que se construyó en sus cuatro ampliaciones fue la torre médica y los locales de la zona sur, con algunos de los primeros ascensores panorámicos que se vieron en Medellín, lo que aumentó considerablemente el tráfico. Luego vino la torre norte de estacionamientos en los años 90 y la construcción de una gran zona para el funcionamiento de una tienda por departamentos, lugar que hoy ocupa Falabella, otra de sus grandes anclas.
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Lo que se viene
Para seguir manteniéndose y adaptándose a las nuevas formas de comercio y diversión, Sandiego quiere solventar, a juicio de don Jaime Arango, dos de sus falencias: la zona de comidas se quedó corta, hay que ampliar la oferta gastronómica y, sobre todo, tener un área de diversión para los niños, con juegos y toda clase de atracciones para los más pequeños de la casa. “También queremos unir la torre norte y la sur a través de los parqueaderos, para que los vehículos puedan circular entre las torres y salir por cualquiera de los dos lados. También habrá locales comerciales más grandes, de hasta 200 metros cuadrados. Eso sí, seguiremos abiertos, al aire libre, iluminados, limpios, con árboles y pasillos a cielo abierto, que es la gran ventaja de Sandiego. Aquí vienen todas las clases sociales y se respetan” Concluye don Jaime.
Hoy Sandiego tiene 230 locales comerciales, 120 oficinas y 1.602 plazas de estacionamiento, Al día ingresa un promedio de 14.000 personas y 2.600 vehículos. Realiza eventos y promociones todo el año, entre los más emblemáticos está la exposición de bonsái, única en el país y la celebración de cada aniversario con horarios extendidos, como “Las 50 horas” que acaban de llevar a cabo este año, para celebrar sus primeros 50 años como el pionero de los centros comerciales en Colombia.
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