En Colombia la Navidad es una época para celebrar en familia. Las personas esperan con emoción el nacimiento del niño Jesús y la oportunidad de despedir el año con los seres queridos. Estas costumbres cuentan la historia de un pueblo con una riqueza cultural extraordinaria, basada en sólidas tradiciones católicas.
¿Cuáles son algunas de ellas y dónde se originan?
Natilla y buñuelos
Esta tradición llegó de España y se replica en cada rincón del país donde hay ancestros de esas regiones. “Un diciembre sin natilla en mi casa no sería diciembre, y de la original de maíz, no de maizena”, cuenta Jessica Ramírez, habitante del corregimiento de San Cristobal.
Como la mayoría de los hallazgos culinarios, ni la natilla ni el buñuelo tienen inventores conocidos. Son creaciones ancestrales que han mutado su preparación de acuerdo con las diferentes regiones y culturas que las adoptan.
Estos dos alimentos típicos navideños tienen sus orígenes en la época de la conquista. Desde España llegó el trigo a América, pero fueron las monjas de los conventos de Bogotá, Tunja, Popayán y Cartagena quienes observaron sus virtudes y las aprovecharon para hacer panes y amasijos.
El buñuelo surgió en este proceso como una especie de churro español, pero se reemplazó el azúcar por queso. Mientras que la natilla apareció en la búsqueda de un dulce, y fue experimentando con harina de maíz y caña de azucar que surgió este plato.
Su reducido costo y buen sabor permitió que no solo fuera alimento en los conventos, sino que se popularizara en la región antioqueña, pues eran mujeres de esa región quienes se enrolaban en la vida católica y luego, cuando regresaban a sus casas, transmitían este conocimiento. Hoy, miles de familias colombianas no conciben la Navidad sin estos alimentos.
Árbol navideño
Antiguamente, los pueblos germanos, aquellos ubicados al norte de Europa, estaban convencidos de que tanto la tierra como los astros colgaban de un enorme árbol, era conocido como el Divino Idrasil o Árbol del Universo, cuyas raíces estaban en el inframundo y su copa, en el cielo. Para celebrar el solsticio de invierno (que se da en época decembrina en el hemisferio norte), decoraban un roble con antorchas y hacían rituales a su alrededor.
No fue hasta el año 740, que el evangelizador de Alemania en Inglaterra, San Bonifacio, derribó ese roble que representaba al Dios Odín y lo reemplazó por un pino que simbolizaba la vida eterna y el amor eterno del Dios cristiano. El árbol además fue adornado con manzanas, que para los cristianos representan las tentaciones, y velas que simbolizaban la luz del mundo y la gracia divina. Además, su forma de triángulo representa a la Santísima Trinidad.
Durante la edad media, esta costumbre se expandió en todo el viejo mundo y con la conquista llegó a América.
Armar el pesebre
Esta es una tradición católica por excelencia. Es la representación del nacimiento del niño Jesús narrado por la biblia. En Colombia, armar el pesebre es visto como una de las costumbres más importantes de la temporada decembrina.
La tradición de mostrar con imágenes cómo fue el nacimiento de Jesús se remonta a la Italia del siglo XII. El primero en hacerlo fue San Francisco de Asís, en la localidad de Greccio. En un principio esta representación también se hacía con animales y personas reales. Con el tiempo la costumbre se extendió por Italia y Europa.
Para facilitar el proceso los fieles fueron reemplazando las personas por figuras cada vez más pequeñas. Posteriormente la costumbre se propagó a las colonias españolas y se comenzó a practicar en ciudades como Quito y Bogotá.
La Noche de las velitas
Aunque a finales de noviembre ya se respira el ambiente navideño, es el 7 de diciembre el día en que realmente comienzan las celebraciones en las casas y calles colombianas. Aunque la mayoría reconoce esta fecha como el día de las velitas, o noche de velitas, esta es realmente una tradición católica que festeja la inmaculada concepción de la Virgen, es decir, el momento en que el Arcángel Gabriel anunció a María que fue la elegida para ser la madre de Jesús.
Esta celebración fue proclamada por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, y dice la historia, que el día en que se tomó la decisión, creyentes de varias partes del mundo encendieron velas para celebrar el momento, y desde entonces, se ha mantenido la tradición de iluminar esta noche de diciembre.
La Novena de Aguinaldos
Desde el 16 de diciembre hasta la Nochebuena, las familias se reúnen en torno al pesebre para rezar y cantar villancicos. Esta tradición es exclusiva de Colombia y Ecuador y se concentra en la devoción por el Niño Jesús.
Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XVIII, cuando fray Fernando de Jesús Larrea, elaboró las oraciones que fueron publicadas por primera vez en 1784. Y aunque con el tiempo el texto ha sufrido algunas modificaciones, en esencia, es el mismo que conocemos hoy en día.
Sin embargo, uno de los primeros cambios que tuvo, y quizá el más popular de todos, fue hecho por la madre María Ignacia, en el siglo XIX, quien le incluyó los gozos y el estribillo: “Ven, ven, ven, a nuestras almas”, así como la oración al niño Jesús.
Hoy en día la Novena de Aguinaldos es la tradición que más congrega a las familias de nuestro país.