EDITORIAL
Sin duda alguna la pandemia frenó en seco el desarrollo del centro de Medellín, una situación que fue temporal y que llevo al cierre de cientos de establecimientos y la quiebra de comerciantes y empresarios. Nuestro territorio tuvo incluso desocupación hasta del 50% de los locales en algunos centros comerciales, situación que por fortuna ya fue superada.
Luego de tres años de haberse declarado la pandemia y cuando ya por fin es un tema del pasado, el centro de la ciudad vuelve a ser un hervidero humano, con una actividad vibrante tanto en el día como en la noche. Sí, porque la noche en el centro también es especial, llena de cultura, de arte, de diversión, con empresarios y artistas que se la juegan por la legalidad y por ofrecer espectáculos de calidad a todos sus seguidores.
El sector universitario también avanza en nueva oferta educativa, en mejoras locativas y fortalecimiento de su cuerpo docente, para ofrecer a sus estudiantes programas académicos más acordes con esta nueva etapa que vivimos.
También se la juegan por un mejor centro los hoteleros formales, quienes fueron de los más afectados por el cierre de fronteras, algunos de ellos inactivos por más de dos años, pero que ahora vuelven con toda la fuerza a ofrecer a nacionales y extranjeros más de mil habitaciones en la comuna 10.
En ese mismo sentido, el sector gastronómico cuenta ahora con una oferta más completa y variada, que le apuesta a comensales locales y turistas, entendiendo el potencial que tiene el centro para atraer más visitantes.
Así como el comercio, la cultura, la educación y la hotelería le siguen apostando al centro, otros sectores privados también lo hacen. Sin embargo, es generalizada la preocupación por el deterioro que la comuna 10 viene acumulando en los últimos años, podría decirse por una “desadministración” en diversos frentes y que son responsabilidad de la alcaldía de la ciudad, a la que le quedan menos de ocho meses y que seguramente será difícil revertir el daño por la no toma de decisiones oportunas para atacar los problemas del centro.
El aumento de la informalidad, uno de los temas de esta edición, da muestra del crecimiento en más del 100% de las ventas callejeras en la ciudad, patrocinada en parte por la misma Subsecretaría de Espacio Público, que fue incapaz de ejercer los controles necesarios para mantener el orden en las aceras y calles de la comuna.
Igualmente, el crecimiento de los habitantes de calle, que pasó de tres mil a cerca de siete mil en los últimos años, es tal vez una de las problemáticas más sensibles para la población que vive o visita el centro. Nos preguntamos si es que el modelo de atención a estas personas es equivocado o si las acciones llevadas a cabo son insuficientes, pues son pocas las personas que se reincorporan a sus familias y a sus trabajos.
Quedaron pendientes también acciones para mejorar la movilidad en el centro, el fortalecimiento de la seguridad, el mantenimiento de la infraestructura física pública que muestra alto deterioro, la generación de oportunidades para llevar a la formalización a vendedores informales, por mencionar solo algunos temas que son preocupación de la sociedad.
Estos temas deberán estar en la agenda de los candidatos a la Alcaldía de Medellín para los próximos años, si de verdad queremos que el centro cambie.
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