Por: Tatiana Balvín.
Medellín vivió a principios del siglo XX un renacimiento arquitectónico que consolidó su importancia para el desarrollo de Colombia, este auge coincidió -además- con el crecimiento de la industria textil y la búsqueda de una identidad moderna para la región.
Fue en este contexto que surgieron edificios que reflejaban las aspiraciones de una élite industrial y política que deseaba proyectar la grandeza de la ciudad al resto del país y al mundo.
Inicialmente fueron construidos para denotar la transformación social de la comunidad medellinense; décadas después sus funciones han migrado y poco a poco se han convertido en epicentros del desarrollo cultural como es el caso del Palacio Rafael Uribe Uribe, el Palacio Nacional, el Palacio Municipal y el Palacio de Bellas Artes, todos ubicados en el centro.
Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe
Construido entre 1925 y 1937, inicialmente bajo la dirección del arquitecto belga Agustín Goovaerts. Conocido como Palacio de Calibío, fue desde su inauguración un emblema de Medellín. Su estilo neogótico flamenco se destaca en pleno centro de la ciudad porque desafía la totalidad del paisaje.
“El Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe fue la razón principal por la que Goovaerts llegó a Antioquia. Medellín quería edificios que hablaran de su progreso”, comenta Leonardo Ramírez, asesor del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia.
Pensado como sede del gobierno departamental, su construcción fue interrumpida por desacuerdos políticos, lo que obligó a Goovaerts a abandonar el proyecto. Sin embargo, la obra continuó con arquitectos locales. Fue sede de la Gobernación de Antioquia hasta 1987 y cuenta con declaratoria de Monumento Nacional desde 1982.
Ramírez añade que en la actualidad “el Palacio alberga el Instituto de Patrimonio y Cultura de Antioquia, el Archivo Histórico y la Biblioteca Carlos Castro Saavedra. Aquí se reúnen diferentes vertientes del arte como pintura, literatura, danza, los nuevos medios de producción musical, entre otros”.
Hoy, el Palacio Rafael Uribe Uribe recibe diariamente a investigadores, estudiantes, artistas y turistas en visitas guiadas de una hora que se asignan con ocho días de anticipación y en las cuales se recorren todos sus rincones, incluidas las terrazas y
la cúpula donde se deja entrever el pasado y el presente de la arquitectura de la ciudad.
Palacio Nacional
También legado del arquitecto Goovaerts, el Palacio Nacional fue construido entre 1925 y 1933 con un estilo neoclásico. Al ser inaugurado fue centro de la administración pública y alojó las oficinas de telégrafos y rentas, los despachos judiciales y auditoría de cuentas.
En 1974 fue entregado a las Empresas Departamentales de Antioquia (EDA) a cambio del lote donde hoy se encuentra el Centro Administrativo La Alpujarra. A pesar del abandono y el deterioro sufrido en la década de 1980, fue declarado Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación en 1988.
En 1993 fue restaurado y transformado en un centro comercial conocido como el “Palacio Nacional”.
José Cirilo Henao Jaramillo, director del Palacio del Arte y la Moda dice que “hoy hemos rescatado ese legado innovador, integrándolo a un espacio donde la moda, el arte y el comercio convergen. Es un ejemplo de cómo un lugar puede adaptarse a los tiempos sin perder su esencia”.
Además de su función comercial, el Palacio Nacional sigue acogiendo exposiciones artísticas que le devuelven parte de su prestigio como espacio cultural. En tres de sus pisos, donde antes solo había ropa, hoy hay 45 galerías de arte y 20 salas de exhibición que llaman la atención para que a diario 400 visitantes, la mayoría extranjeros, se deleiten en sus amplios pasillos y conozcan la majestuosa cúpula del edificio.
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Palacio Municipal, hoy Museo de Antioquia
Ubicado frente a la icónica Plaza Botero, el antiguo Palacio Municipal fue diseñado por los arquitectos Horacio y Martín Rodríguez e inaugurado en 1937. Su estilo combina ladrillo a la vista y detalles en concreto, marcando un antes y un después de arquitectura en la ciudad, dejando atrás lo republicano para pasar a lo racionalista, una transición que también se evidenció en otros edificios de la época.
María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia, resalta la importancia del inmueble: “este edificio no solo era un centro administrativo, sino un símbolo de poder y organización en Medellín. Y para ese símbolo se buscó arquitectura local que uniera toda la tradición artesanal de la ciudad, representada en las puertas, las ventanas…”.
A partir del año 2000, tras una millonaria restauración impulsada por el artista Fernando Botero y otras figuras locales, el antiguo palacio fue convertido en el Museo de Antioquia. El alcalde de la época, Juan Gómez Martínez, acompañado por Álvaro Sierra Jones y otros destacados arquitectos locales, organizó un
concurso para consolidar el proyecto de transformación del lugar en un nuevo espacio para el arte.
El Museo de Antioquia no solo alberga una impresionante colección artística, sino que también funciona como un espacio de reflexión sobre la identidad cultural de la ciudad. De esta manera, cumple con su doble función de preservar el pasado mientras proyecta el futuro de Medellín.
Palacio de Bellas Artes
Diseñado por el arquitecto Nel Rodríguez en 1925, el Palacio de Bellas Artes es un homenaje al auge cultural medellinense en el siglo XX. De estilo art decó, la edificación es sede del Instituto de Bellas Artes, una institución clave para la enseñanza y difusión de las artes.
“Ese Palacio se convirtió desde su construcción en un referente para la zona de la Avenida La Playa por su arquitectura. Es más que un edificio, es un monumento nacional que celebra nuestra herencia cultural”, dice Carlos Vélez, director de comunicaciones de Bellas Artes. “Aquí se forman músicos, artistas plásticos y escultores que continúan enriqueciendo nuestra cultura”.
Además de su función educativa, el Palacio acoge exposiciones temporales, conciertos y talleres. Vélez enfatiza que “es un espacio donde la historia y la creatividad contemporánea confluyen, demostrando que el arte siempre encontrará su lugar en Medellín”.
Caminar a los palacios
Estos cuatro palacios están ubicados en el centro de la ciudad y a los que preferiblemente es mejor llegar caminando. Cada uno cuenta una historia distinta, pero todas están unidas por el recuerdo de haber sido símbolos de poder y ser hoy centros culturales o espacios turísticos que permiten a Medellín seguir siendo un centro de pujanza y resiliencia para el país.
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