Aunque la espera por la inauguración del troncal de la Oriental continúa, desde
ya surgen preocupaciones por la accesibilidad en estos espacios.
Por: Valentina Castaño.
Luis Carlos Gómez recorre las calles del centro de Medellín en silla de ruedas, vive en Manrique y trabaja vendiendo dulces y minutos en el Parque Berrío desde hace una década. Cuando el exalcalde Federico Gutiérrez anunció la construcción de cinco estaciones centrales y un carril exclusivo de Metroplús en la avenida Oriental, Gómez, como tantos, se sintió entusiasmado con el proyecto y lo mucho que este facilitaría sus desplazamientos.
Sin embargo, hoy al entusiasmo se le suma algo de incertidumbre por las condiciones de accesibilidad de los espacios. “Yo bajo siempre solo de la casa, desde hace mucho me acostumbré a andar sin nadie. Aunque me canso más rodando y se me descuelgan mucho los pies, a veces prefiero irme así en vez de coger el transporte. La entrada y salida siempre es la peor parte, muchas rutas accesibles no me paran porque van de afán y es un proceso demorado subirlo a uno. Con estas estaciones, el miedo es que sean muy estrechos los corredores y sea complicado subir y bajar del bus,” comenta Luis Carlos mientras dispone su mercancía para las ventas del día.
Añade también que, aunque aún no se permite el ingreso, desde afuera se puede notar que el espacio entre la pared y la entrada de los buses es muy angosto para poder moverse con tranquilidad entre la cantidad de gente que toma la ruta. En la actualidad, esta línea de Metroplús moviliza a 15.000 pasajeros en un día típico laboral, pero según las proyecciones de oferta y demanda que hizo el Área Metropolitana, habrá un aumento de usuarios de casi 16%.
¿Son accesibles?
Según Metroplús, las nuevas estaciones, Perpetuo Socorro (San Diego), Barrio Colón (calle Los Huesos con la Avenida Oriental), San José, La Playa y La Catedral (frente al Edificio de los Espejos), tienen todas el mismo diseño y medidas. De acuerdo con la información suministrada por la empresa a CENTRÓPOLIS, estás tienen 5.07 metros de ancho por 50 metros de largo, y la inclinación de las rampas de ingreso no supera el 8%.
En teoría estas medidas cumplen con los requisitos de la Norma Técnica Colombiana de Accesibilidad, donde se estipula que el ancho mínimo recomendado para corredores por donde transitan personas en ambas direcciones es de 1,80 metros. Si las estaciones miden poco más de cinco metros de ancho, los dos corredores que las componen cumplirían con la norma.
No obstante, la razón por la que no se puede afirmar que son totalmente accesibles, es que en medio de cada estación hay estructuras rectangulares que, aparentemente, funcionan para
almacenamiento y se toman gran parte del espacio de los corredores. Aunque se le preguntó al respecto, Metroplús no compartió con CENTRÓPOLIS el verdadero ancho del espacio por donde deben circular los usuarios para ingresar y salir del bus.
Sin embargo, en visita realizada por este medio, se tomaron las medidas y se determinó que no solo el ancho total de las estaciones es menor al reportado por Metroplús, sino que además los corredores tienen un ancho inferior a 1,50 metros, muy por debajo del 1,80 que se sugiere en la Norma Técnica para senderos por donde circulan personas en ambas direcciones.
Al realizar un recorrido exterior por las estaciones, Verónica Montoya y María Camila Alzate, coordinadoras del Comité de Rehabilitación de Antioquia, concuerdan en que el espacio a simple vista era angosto para su propósito: “Hay que pensar también en el tipo de sillas que pueden transitar por aquí, por un lado, las eléctricas son más grandes, pero por otro, no todas serán de autopropulsión, habrá a quienes los empujen y necesiten aún más espacio”.
Así mismo, Montoya y Álzate comentaron que se les hacía extraño que solo hubiera guía podotáctil para invidentes en una de las dos rampas de ingreso a la estación, obligando a toda esta población a ascender y descender por el mismo lado, lo que fomenta la congestión.
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Para aquellos como Luis Carlos, que recorren a diario Medellín sobre ruedas, un obstáculo más no representa sorpresa, y su actitud en lugar de ofuscada, se muestra resignada ante la idea de una nueva barrera impuesta por la ciudad en que habita: “Solo vamos a saber cuando las usemos”, dice el hombre refiriéndose a la accesibilidad en las estaciones.
Luego de múltiples incumplimientos en las fechas de entrega de las estaciones, la primera en diciembre de 2019 y la última el pasado mes de febrero, aun es incierta no solo la terminación de la obra, que aún no cuenta con energía eléctrica, sino también la entrada en marcha de los buses por el carril exclusivo, que además no ha sido segregado con elementos que impidan que los demás actores del transporte lo invadan.
OJALA ALGUIEN LOS HAGA CUMPLIR LOS PARAMETROS INTERNACIONALES