Andrés Arteaga, trabajador de la Plaza Minorista, se preocupa cada que hay una situación de orden público que comprometa a los habitantes de calle y la seguridad de la zona. Aunque la angustia es compartida por la mayoría de los que trabajan en el lugar, la de él es mayor, pues está en vilo la seguridad de su hijo, de tan solo 10 años, estudiante del Colegio San Benito, ubicado sobre la avenida De Greiff en el barrio que lleva el mismo nombre de la institución.
Las preocupaciones no son para menos. Si cualquier padre se esmera por la seguridad de sus hijos, él debe hacer un esfuerzo mayor. Basta con mirar la zona, llena de talleres de acopio de reciclaje, prostitución, expendio de drogas y presencia constante de habitantes de calle, para entender por qué siempre Andrés espera al niño a la salida de clases, y el porqué en ocasiones, cuando escucha que habrá traslados de la población de calle, o rumores de disturbios, prefiere que el menor pierda clases.
La zona es compleja. Así lo reconocen las autoridades, quienes conscientes de la situación, realizan actividades de acompañamiento para sensibilizar a los alumnos frente al tema. Buscan, por medio de la educación, que estos niños y adolescentes, hijos en su mayoría de vendedores ambulantes, se alejen del consumo de drogas tan común en los alrededores de la institución y construyan un mejor futuro.
Margarita Sánchez, rectora de la institución, comenta por ejemplo, que el Plan Educativo tiene a la prevención y sensibilización frente a los habitantes de calle como eje trasversal dentro de la formación. Incluso abren los espacios para que constantemente personal de la Policía Metropolitana realice capacitaciones con los estudiantes ycomo en pocos colegios de la ciudad, ella tiene comunicación directa con la institución policial para coordinar los planes de seguridad.
Es que el panorama es tan complejo, que para la tranquilidad de padres y estudiantes es necesario el acompañamiento de la Policía. El mismo General Acevedo Ossa, durante la inauguración de la institución en el 2015, se comprometió ante los padres de familia a realizar acompañamientos que hasta la fecha han sido cumplidos, pese a que, en ocasiones, como cuando hay traslados y desmonte de cambuches de los habitantes de calle, el orden público se torne tan complejo.
Según Luz Ángela Álvarez, líder de programa de la Secretaría de Inclusión Social y Familia de Medellín, el reto también es sensibilizar a la población circundante al colegio frente a la situación, pues “no todos son drogadictos o atracadores”, además prevenir situaciones como el asistencialismo, para evitar el arraigo en la zona, todo acompañado con la oferta de programas y servicios para la atención de éstos.