Día tras día las autoridades ambientales emiten información preocupante sobre la calidad del aire que estamos respirando los medellinenses, especialmente en el centro de la ciudad, donde se concentran las mayores acumulaciones de partículas contaminantes.
Ya vivimos el año anterior la primera emergencia de este tipo, que obligó, entre otras medidas, a decretar tres días sin carro, a modificar los horarios de transporte de carga en la ciudad y a prohibir la actividad física en espacios al aire público, con las afectaciones que todas estas restricciones tienen para los habitantes del área metropolitana.
Una situación similar a la de 2016 se está presentando por estos días. Altos niveles de concentración de partículas PM 2.5 y PM 10 que de acuerdo con el ICA (Índice de Calidad del Aire) han generado alerta naranja, es decir que la calidad del aire es dañina para grupos sensibles como niños y personas de la tercera edad, una situación que debe alarmarnos.
Como ciudadanos tenemos la responsabilidad de cambiar nuestros hábitos de transporte: compartir el carro o la moto, usar el transporte público, desplazarnos en bicicleta o caminar son algunas alternativas.
En el ámbito empresarial dos acciones puntuales pueden contribuir a disminuir la contingencia: fortalecer el teletrabajo en aquellos cargos que lo permitan y cambiar horarios de ingreso y salida de los empleados.
A la vez, las autoridades deben tomar de manera inmediata y a largo plazo, las medidas correctivas que permitan disminuir tan altos niveles de contaminación y evitar que vuelvan a repetirse. Mayores controles al transporte público individual y colectivo, pico y placa para motocicletas de cuatro tiempos, mayor impulso al sistema de transporte masivo, entre otras acciones, son necesarias y prioritarias.
En el caso específico del centro, y como lo hemos dicho en varias ediciones de CENTRÓPOLIS, urge controlar el bus arriero (aquel que espera en el paradero por muchos minutos a que llegue el siguiente vehículo mientras contamina incansablemente el ambiente), así como el parqueo indiscriminado de carros, motos, taxis y camiones, que ocupan carriles completos e impiden que fluya la movilidad, lo cual contamina más.
La tarea de descontaminar a Medellín, y en especial a nuestro centro, es una responsabilidad de todos, pues somos todos los que respiramos este aire, que cada vez es menos apto para la salud y que es gran generador de enfermedades respiratorias.