Por Juan Moreno
“Si la montaña no viene a Mahoma…”, reza el viejo adagio popular, que le calza perfecto a la iniciativa del Banco de la República para acercar el mundo a todos los rincones de Colombia a través de las maletas viajeras de su red de bibliotecas.
“Son una colección de textos, juegos, cómics, literatura y material didáctico para todos los públicos, que se facilita a las comunidades a través de mediadores y líderes para llevar el conocimiento y experiencias culturales a diversas zonas del país”, cuenta Claudia Villegas, Jefe del Departamento de Cultura del Banco de la República en Medellín.
Mediante un trámite sencillo, se puede solicitar el préstamo de la maleta y se puede escoger el material que se llevará. Porque cada menaje tiene características diferentes según las necesidades de aprendizaje de cada comunidad. Si son para niños, jóvenes o adultos, si deben tener un área específica de conocimiento o si el encargado quiere desarrollar un proyecto puntual. “Este préstamo no tiene ningún costo y solo se pide que se tenga el cuidado preciso con el material para seguir proyectándolo a más lugares de nuestra geografía. La maleta viaja a todos los lugares, a caballo, en lancha, a lomo de mula, por carretera, llega a cualquier lugar, al Amazonas, al Cauca o a la Guajira. Está disponible en 29 ciudades del país, desde donde se despacha a donde se necesite y se presta hasta por tres meses”, apunta Claudia Villegas.
¿Cómo se piden?
El líder o gestor cultural que quiera tener una de estas maletas para llevar cultura y conocimiento a su comunidad debe ser mayor de edad y ser consciente de que las actividades que desarrollará serán gratuitas. Se le pide al encargado que deje algún testimonio de su actividad en fotografías, videos y hacer la encuesta de percepción para que el Banco evalúe el impacto del programa.
Este trámite se puede hacer enviando una carta física o en línea a través de la página web banrepcultural.org, donde una vez aprobada la solicitud, se entrega la maleta en una de las 29 sedes del Banco y queda lista para su divulgación. Muy importante, respetar los plazos de préstamo estipulados para cada maleta y responder por su cuidado y manejo.
¿Y qué contienen?
Hay maletas de colección abierta, que pueden acomodar hasta 25 libros y materiales de apoyo como películas, música o juegos según las necesidades, la edad de quien recibirá las enseñanzas o los temas a tratar. También se arman maletas temáticas, que selecciona un grupo de expertos del área cultural del Banco de la República y su red de bibliotecas. Hay de música para niños, con libros, discos, juegos y toda clase de estímulos para desarrollar el sentido musical de los más pequeños de la casa.
Una maleta muy especial habla de paz y va dirigida a todo tipo de público. Se llama “La paz se toma la palabra” y busca fortalecer, a través de diversas herramientas físicas y digitales, el concepto y el valor de la paz. Para desarrollar el contenido de esta maleta es indispensable la interacción de un buen mediador que aproveche las dinámicas propias de cada público.
Hay maletas que invitan a cuidar el agua, a asombrarse con la astronomía, con nuestros recursos naturales, con la construcción de país, con la ciencia, en fin, casi que cualquier inquietud sobre el mundo tiene una respuesta en estos equipajes del saber.
Las maletas didácticas del Museo del Oro
Como una extensión del principal museo de orfebrería prehispánica del mundo, el Banco ha dispuesto una serie de maletas viajeras basadas en las culturas que habitaron el territorio antes de la conquista. “Tienen diseños relacionados con los asentamientos indígenas como los quimbayas, los tayronas, los zenúes, muiscas, calimas, en fin. Incluso algunas de estas cajas tienen piezas de barro pertenecientes a estos pueblos y les permitimos a los niños que las toquen, que las sientan y que interactúen con ellas para que tengan una mejor apreciación de estos pueblos. Incluso, no solo son de culturas indígenas precolombinas, también hay cajas con testimonios de poblaciones y etnias actuales”, dice Claudia Villegas.
La identidad cultural, la diversidad, el patrimonio y la convivencia, se viven a través de materiales didácticos, lúdicos e interactivos. Es una especie de exposición itinerante a escala, que puede exhibirse en un aula de clase, una biblioteca o una casa de la cultura. “Los niños de la Guajira conocen las culturas indígenas del Cauca, los del Amazones la cultura quimabaya, los de Antioquia ven cómo eran los muiscas y así hay una difusión del conocimiento muy especial”, asegura Villegas.
Réplicas de piezas de orfebrería, cerámica y fragmentos arqueológicos que pueden tener 500 años o 2.000, pueden sentirse, verse y apreciarse en lugares apartados de nuestra geografía o en los barrios de Medellín. Es una manera de descentralizar el aprendizaje de manera gratuita, solo se necesita reunir las ganas de aprender, de sorprenderse, hace el trámite y recibir el pedido cargado de cultura, arte y saber que le puede abrir los ojos al mundo a esas mentes ávidas de conocimiento.
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