Por: Tatiana Balvin.
El 3 de septiembre del 2004 fue la primera cita del “Grupo de Retratistas de los viernes”, un espacio que sagradamente tienen algunos dibujantes y apasionados por el arte visual de Medellín, para plasmar en papel los rostros de quienes se atrevan a posar para ellos.
Poco a poco lo que comenzó en la Casa Taller 7 como un ejercicio íntimo entre amigos artistas universitarios en ese entonces de la Universidad de Antioquia y Bellas Artes, se transformó en espacio de encuentro y un ritual colectivo cargado de misticismo, que hoy dos décadas después, permanece cada viernes en diferentes lugares, entre ellos el Claustro de Comfama San Ignacio.
Este espacio de encuentro ha sobrevivido al paso del tiempo, la tecnología, a los cambios arquitectónicos de la ciudad y las tendencias. José Antonio Suárez, un adicto al dibujo, grabador y uno de los fundadores más constantes de “Viernes de Retratos,” es un rostro habitual cada semana. Ha plasmado innumerables rostros que no solo capturan expresiones, sino también historias. Sus dibujos, coleccionados en libretas, han trascendido fronteras.
“Mantenerse 20 años es todo un misterio porque hay gente que dice que esto ya pasó de moda, en las universidades dicen que ya no se debe dibujar porque ya todo está hecho y que haya este montón de gente en esta celebración es inexplicable… nosotros solo hacemos retratos, llevamos todo este tiempo dibujándonos los mismos con la misma cara y ahí seguimos…” dice el artista, quien es conocido en Museos de Europa y Norteamérica por demostrar que lo íntimo hace parte del arte moderno.
La celebración de los 20 años se vivió en total silencio, más de 40 artistas en mesa redonda hicieron retratos de personas. Esta vez, al igual que siempre, no hubo al frente profesores enseñando cátedra sobre dibujar, y al ser esta una costumbre, quienes frecuentan cada inicio del fin de semana coinciden en que el espacio sirve para aprender a ver, y así todos mirando, se han “pulido” en cada sesión.
“Yo vine aquí por el interés de dibujar, me di cuenta por el voz a voz, como todos los que hemos pasado por este espacio. Siempre que vengo aprendo, uno se sienta atrás de los que uno cree que más saben para verlos dibujar y uno mismo se va corrigiendo al ver el resultado de todos”, narra Tomás Sánchez, uno de los artistas nuevos del grupo.
De los fundadores solo quedan cuatro, además de José Antonio, otro de ellos es León Tirado Mesa, un artista del centro de Medellín a quien no le gusta faltar.
“Yo digo que por el grupo han pasado más de mil personas, realmente el interés único es dibujar retratos y tener un encuentro amable, agradable, académico, productivo y de aprendizaje. Yo soy muy feliz”, añade Tirado.
Cada artista ha dejado su huella, independientemente de su experiencia con el dibujo. Aunque no reciben compensación económica por los retratos, muchos provienen de disciplinas donde el dibujo es parte integral, como el diseño o la arquitectura. Lo que todos comparten es la certeza de que, viernes tras viernes, estarán ahí, firmes, con papel y lápiz en mano, dispuestos a observar a su modelo y dejar que el trazo fluya.
Esperar los viernes
En el famoso libro de “El Principito”, escrito por Antoine de Saint-Exupéry, los miércoles tienen un significado especial debido al rito del zorro, quien ese día tiene la posibilidad de salir libre y compartir tiempo de encuentro. Para el zorro, los miércoles son especiales porque es el día en que no lo van a cazar y puede estar tranquilo.
De manera similar, para los dibujantes de “Viernes de Retratos,” cada viernes es esperado con entusiasmo, ya que es la oportunidad de reunirse, crear, compartir y disfrutar del arte juntos.
“Para mi los viernes, son los miércoles del zorrito, porque yo espero el viernes toda la semana con una dicha tremenda, porque ese día no nos van a cazar y solo vamos a dibujar”, dice Suárez luego de contar esta historia del Principito.
León Tirado lo resume así: “Realmente yo los viernes de Retratistas ni trabajo por venir. Asisto así sea media jornada, en la mañana o en la tarde, ya es parte de la vida mía”.
Al celebrar su vigésimo aniversario, el grupo de retratistas mira hacia atrás con orgullo y hacia adelante con ilusión. La esperanza de que este encuentro siga existiendo en un espacio fijo, casi como una institución artística en Medellín, está más viva que nunca. Por ahora hasta que no encuentren un espacio fijo seguirán itinerantes, recorriendo universidades, casas y parques, y reafirmando su compromiso con el ritual de la libreta, el lápiz y el arte.
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