Después de casi seis años de ausencia total, en el centro revive una tradición de más de un siglo: música en el Parque de Bolívar.
Por Redacción Centrópolis
Es domingo y el reloj de la Catedral Metropolitana de Medellín marca las 12:30 p.m. con un campanazo. A 300 metros, sobre una plataforma en el costado derecho el parque, 50 jóvenes terminan de afinar sus instrumentos a la vista de unas 70 personas, casi todas de blanca cabellera.
Las pocas personas que a esa hora no atienden la misa, concentran su atención en el grupo de estudiantes de la escuela de música del corregimiento de San Cristóbal, que hoy desde la tarina, iluminarán con su música el Parque Bolívar.
Desde una esquina los mira Reinaldo Piedrahita, “el negro”. Bajo la sombra de un árbol, estira los pies y hace una rápida cuenta en voz alta. “Creo que fue en el 2010… entonces hace seis años que no teníamos la retreta. Yo empecé a verla desde joven, venía aquí y los veía tocar, y era el mayor espectáculo que tenía la ciudad”, dice.
Aunque la banda apenas debuta, en realidad este es el tercer domingo consecutivo de retreta este año. Es un intento de la administración para revivir una tradición que nació en 1892, con la inauguración del Parque de Bolívar y los sonidos de la banda departamental. Para entonces Medellín era una villa pequeña y el plan de los domingos era ir a misa, ver la retreta y comer helado.
La idea de revivir el tradicional encuentro se gestó en la Gerencia del Centro y la Universidad de Antioquia, con el apoyo de la Secretaría de Cultura. El plan, confirma la gerente del centro, Pilar Velilla, es tener un toque semanal en el que alternarán la Sinfónica de la Universidad de Antioquia y las mejores bandas de la Red de Escuelas de Música de Medellín.
Mientras los jóvenes repasan la lista de canciones y organizan sus partituras, “el negro” sonríe. Dice que le gusta ver a jóvenes recuperando la tradición y desea que esta vuelva a ser una cita semanal como lo era hace 20 años, cuando comenzó a grabar las retretas en casetes que todavía acumula en su casa.
Entre el público también está Óscar Zuluaga Giraldo, quien cita con nombre propio los directores que tuvo la orquesta sinfónica durante cinco décadas. Él era uno de los espectadores de primera fila, incluso cuando fue alcalde designado en diferentes pueblos. “Fueron 17 años en esas, y cada domingo viajaba para no perdérmela”, dice.
Hoy decidió venir a verla para recordar sus mejores años. Si funciona, dice, volverá la próxima semana con sus dos nietos, a los que ya les inculcó el amor por la música clásica. “Me enteré que volvía la retreta por ellos, que lo leyeron en internet”, cuenta orgulloso.
Nelson Raúl Suárez interrumpe los recuerdos de todos. Se para al frente de los estudiantes y extiende su brazo para marcar el inicio de la retreta. Suenan los instrumentos y él sonríe.
Mientras da indicaciones con su brazo, repasa con su mente las épocas de estudiante en las que venía a la retreta para ver a sus amigos. Nunca tocó, pero siempre soñó con hacer parte de la tradición y hoy lo hace realidad con este grupo de jóvenes que lleva tres años a su cargo.
“Ellos como banda llevan más tiempo. Los que están aquí se han preparado durante cinco o seis años en promedio. Han estudiado teoría musical, se han especializado en su instrumento y han formado parte de otras bandas más pequeñas” cuenta el director tras terminar el espectáculo.
En medio del show, aparece Leonidas Flores con dos niños de cinco y seis años agarrados de su mano. Llegó atraído por los sonidos y porque sueña con que sus hijos algún día toquen un instrumento. “Yo no sé si tengamos plata para eso, pero por ahora es bueno que escuchen. No sabía que se estaban presentando aquí, pero si lo siguen haciendo los voy a traer más seguido”, dice.
Pilar Velilla asegura que la programación de la retreta está lista para lo que queda de este año, con un toque semanal a cargo de diferentes bandas. “Este es un espacio histórico y si queremos recuperar el centro y su cultura, qué mejor que hacerlo con una de las más antiguas tradiciones”, agrega.