Previo a la celebración de la Semana Santa, hablamos con el padre Leonardo Martínez, párroco de la Catedral Metropolitana para conocer la situación actual de la iglesia, los planes y el futuro de la parroquia más importante de Medellín.
El padre Leonardo Martínez es un hombre sencillo, buen conversador, una persona preocupada por sus feligreses y que ejerce el sacramento sacerdotal hace 31 años, es decir desde 1992, como cuenta él “cuando esta tierra nuestra cumplía 500 años de haber sido descubierta”.
Desde hace tres años es el párroco de la Catedral Basílica Metropolitana, tal vez la iglesia más representativa de nuestra ciudad. “Una tarea hermosa, pero difícil. Primero, por lo que significa una catedral en la Iglesia, que es la Iglesia Madre, que es la sede del Obispo, y segundo, por la realidad social que nos rodea, en el entorno de la Catedral, que antaño era un lujo vivir en este sector, ahora con el tema de la delincuencia, la drogadicción, el habitante en situación de calle, la prostitución, tanta cosa que la rodea, la ha vuelto muy difícil”, expresa en medio de la conversación el padre Leonardo.
Lo más difícil de su labor como párroco
En estos tres años sin duda alguna, la situación económica de la Catedral ha sido lo más difícil para el padre Leonardo. Los gastos son muy altos y los ingresos son muy bajos, pues no tiene recursos propios, ni arrendamientos que le permitan solventar los gastos.
Según cuenta, “la Catedral vive de las ofrendas de las misas y de una que otra donación que personas de buena voluntad hacen. Atender la parte litúrgica, que la gente no cree que eso vale plata, el consumo de hostias, de vino, pero sobre todo la ornamentación. Todo eso equivale a costos muy elevados, más los servicios públicos, más los impuestos, que la gente cree que no tenemos que pagar, pero sí hay que pagarlos”.
¿Se iba a cerrar la Catedral?
“Cuando yo llego de párroco de la Catedral, lo primero que hago es una evaluación de cuáles son las urgencias que tengo como administrador. Con lo primero que me encuentro es que los techos parecían los de una finca, había una vegetación que la quisiera cualquier finca. ¿Eso a qué equivale? a humedades, a goteras, entre otros males”, comenta.
“Después me doy cuenta de los problemas eléctricos que tiene la Catedral, un alambrado ya obsoleto, en muchas partes pelado, donde hay cables que no van a ninguna parte, entonces por ello se está perdiendo energía, con graves riesgos de cortocircuitos, como llaman los que saben”, expresa con preocupación.
Cuenta además que había una queja permanente que en la Catedral no se entendía nada, porque esta no fue hecha para la amplificación, por lo que este también era un punto pendiente por solucionar.
Para dar solución a estos problemas y otros, el padre Leonardo se las ha ingeniado para mantener a flote la edificiación y continuar prestando todos los servicios religiosos a sus feligreses.
Si bien la idea no era cerrar la Catedral para los oficios religiosos, este cierre si se ha pensado pero para el perímetro de la edificación, con el fin de proteger este patrimonio pues es una zona de drogadicción, donde no solo se raspan los adobes para aumentar el tamaño de la dosis que se están consumiendo, sino también porque los rincones se usan para venta y consumo de alucinógenos y como sanitario público.
Cerramiento externo
Mucho se ha comentado acerca de la posibilidad de encerrar la Catedral Metropolitana. Al respecto el párroco expresa “el encerramiento externo es algo que se ha venido hablando desde hace muchísimos años. No soy yo el que trae el tema, sino que se han buscado muchas soluciones y todas las catedrales grandes e importantes del mundo están encerradas. Quienes van a la Almudena de España, a Notre Dame en Paris y otras grandes catedrales saben que están encerradas. La Basílica de San Pedro no está encerrada con rejas, pero tiene una seguridad policial permanente”.
En ese sentido, desde las actas de construcción del edificio, se ve con claridad que la orden era la de “enverjar” el perímetro, y así fue como se construyó. Fotografías antiguas dan claridad sobre este tema, además de los jardines con los que contaba desde sus inicios.
“Queremos recuperar la historia. Sería vivir la experiencia que están viviendo en las Catedrales del mundo, que por las situaciones sociales todas han tenido que ser protegidas. Y la protección inicial es esa, un enrejamiento. Lo otro es que nosotros estamos haciendo un proyecto que no es poner una reja cualquiera. A eso se le hizo un estudio arquitectónico para poner unas rejas sobrias, que respondan a la arquitectura, que embellezcan más el lugar y le den altura y que le den seguridad” indica el padre Leonardo.
Donaciones, rifas y subastas
La parroquia no se ha quedado quieta para conseguir los recursos para su mantenimiento y obras sociales. A través de donaciones, rifas y hasta subastas, ha podido emprender las mejoras que requiere y apoyar a la población más vulnerable que hace parte de la parroquia, muchos de ellos migrantes en estado de pobreza.
Convencido que se puede hacer mucho más, el padre Leonardo comenta que “los recursos se consiguen, uno pide y no falta quien diga ´padre, tenga este millón de pesos para las obras, vea esta donación, mire esto´. También hemos hecho algunas rifas para ir sumándole a ese fondo. Y tres, tuvimos la experiencia de hacer una subasta de arte en el Club Campestre, en El Poblado, que fue una experiencia muy bonita. Nos fue muy bien. Yo esperaba que me fuera mejor”.
Si bien los resultados de la subasta no fueron los esperados, resalta que lo más importante fue recordarles a las personas de la sociedad que la Catedral existía y su importancia para la ciudad, desde lo religioso y lo artístico.
“Yo espero que la actual administración vuelva y mire para este lado. No puedo negar que de vez en cuando pasa Emvarias y hace un lavado, pero eso es una vez al mes y nosotros tenemos orín y popó todos los días, reciclaje todos los días, porque ya los atrios de la catedral son el lugar del reciclaje de muchos habitantes de calle”, termina diciendo el Padre Leonardo Martínez, para llamar la atención de todos sobre la necesidad de proteger este bien patrimonial y religioso.
Por Jorge Mario Puerta Soto
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Lo mejor es poner de nuevo las rejas, y así los habitantes de calle no hacen sus necesidades en cada esquina de la hermosa Catedral!
Creo que debería ministrar al vecindario. No hay baños públicos y hay miles de personas sin hogar, por lo que tal vez pueda transformar la iglesia en un centro para personas sin hogar con baños, duchas, comidas y servicios que ayuden a las personas que ahora viven en ese vecindario. ¿Qué haría Jesús?