Por Valentina Castaño
Sobre la calle 58 con la carrera 39, en el barrio Boston del centro de Medellín, hay una casa que llama la atención por el color rosa vibrante de sus muros. A este lugar llegan anualmente más de 200 nuevos pacientes oncológicos, que buscan ayuda en diferentes ámbitos.
Se trata de la sede física de la Fundación Fundayama, un espacio donde los beneficiarios (hombres y mujeres) tienen la posibilidad de acceder a acompañamiento jurídico, atención psicosocial, talleres de creación de pelucas, terapias, clases de yoga, celebraciones, conversatorios sobre el cáncer, entre otras actividades.
Pero Fundayama no siempre tuvo una sede representativa como con la que cuenta ahora, alguna vez la oficina, el escritorio y silla para atender visitantes fueron el cuarto y la cama de su directora y fundadora, Claudia Patricia Urrego.
Luz en la oscuridad
Para quienes nunca han tenido un diagnóstico de cáncer, o no han estado cerca de alguien que lo tenga, es difícil imaginar todo lo que esta enfermedad conlleva. Más allá del deterioro físico y mental, las constantes visitas hospitalarias, el difícil acceso a medicamentos costosos, los tratamientos extenuantes y la necesidad de estar constantemente acompañado, disminuyen rápidamente la calidad de vida de quienes la padecen.
Cuando tenía apenas 34 años, Claudia Urrego tuvo que enfrentarse a esta realidad antes desconocida, luego de ser diagnosticada con cáncer de mama en el año 2002.
“Estaba relativamente joven, fue el primer caso de cáncer en mi familia, una enfermedad que no se quedó ahí, sino que, para el 2004, un año y medio después, me dio nuevamente en los ganglios, y una vez más tuve cirugías y quimioterapias. Cinco meses después de terminar el tratamiento me diagnosticaron de nuevo cáncer en ambos pulmones, me mandaron a cuidados paliativos y no me hablaban más de curación por la progresión tan rápida y lo agresivo del cáncer”, recuerda Urrego, hoy con voz firme y saludable.
En sus constantes visitas al hospital, Claudia se topaba con pacientes que ni siquiera tenían un pasaje para llegar a sus viviendas luego de la quimioterapia y ella por iniciativa propia buscaba maneras de apoyarlos, ya fuera de su propio bolsillo o pidiendo recursos a la empresa donde trabajaba, por ejemplo.
Pero fue luego de ese último diagnóstico poco esperanzador que decide darle nombre a aquello que venía haciendo de forma muy loable y de forma independiente, y así en 2006 se constituye oficialmente la Fundación Fundayama, para el apoyo y acompañamiento en manejo oncológico.
“Decido crear la fundación, esta se constituye en el 2006. Tenemos varios programas ya que sabemos que la enfermedad afecta mucho no solo en la parte física, sino también en la parte emocional”, comenta Claudia.
Quince años después, Fundayama se ha convertido en referente para proyectos afines, ha liderado estrategias pedagógicas para la prevención temprana del cáncer en diferentes regiones y zonas rurales, y ha sido el apoyo para miles de pacientes que lo necesitan.
Un apoyo irremplazable
En el tiempo que Claudia le ha entregado a la consolidación de Fundayama, se ha topado con historias que en parte hoy son su motor para continuar pese a las adversidades. Con humor recuerda los días en que era reconocida en el hospital San Vicente por andar con morral y computador al hombro, lista para instaurar tutelas como si fuese una abogada.
“Yo acompañaba a los pacientes a sus citas y diligencias, y una vez tomé la decisión de acompañar a Doña Ana María, una mujer de 62 años, a la EPS. Estando allá empiezo a hacer un checklist de sus papeles, a mirar que las órdenes del médico si coincidieran con las autorizaciones de la EPS. Uno de los exámenes que mandan para revisar el progreso de la enfermedad es el rayos x de tórax, cuando llegué ahí le dije que me esperara un momento porque en lugar de autorizarle uno de tórax le habían autorizado uno de rodilla. Ella me mira y su mirada me quedó grabada en la memoria, y me dice ´Dios la bendiga, Dios la bendiga, hubiera vuelto a perder la venida porque yo no sé leer ni escribir´. Eso me marcó tanto, cosas tan simples como que un paciente no sepa leer y escribir, lo afectan tanto en sus procesos”.
Otra historia difícil pero que evidencia la importancia del trabajo que realizan Claudia y sus colegas, es la de Luz Enith Cárdenas, na mujer de Caramanta con hijos pequeños y un marido alcohólico.
“Ella vendía bolsas en la calle, así la conocí. Yo iba en un taxi y me bajé, me puse a hablar con ella, le dije que no tenía por qué estar haciendo eso, que ella tenía derecho a que la EPS la atendiera, y terminé haciendo una tutela para que le dieran la estadía, la alimentación y el transporte para que ella pudiera devolverse a su pueblo, estar algunos días con sus chiquitos y regresar al tratamiento”, recuerda Claudia.
Todos los programas y servicios que hay en Fundayama surgen de identificar esas necesidades no atendidas de los pacientes oncológicos con recursos limitados. Actualmente, el sueño de Claudia, los voluntarios y beneficiarios de la fundación, es que la sede pueda permanecer abierta y sin disminuir la oferta. Esperan superar las dificultades económicas y la pérdida del apoyo de varias entidades que llegaron tras la pandemia.
Octubre rosa:
Durante este mes se realizan actividades en torno al tema del cáncer de mama, es por esto que desde Fundayama y con el apoyo de varias empresas y organizaciones, se llevará a cabo el primer Carnaval por la Vida, el 14 de octubre en la plazoleta central de la Nueva Villa de Aburra de 2:00 p.m. a 10:00 p.m.
En alianza con el Politécnico Mayor, el 15 de octubre habrá campaña de sensibilización, chequeos médicos de mama y citologías en el municipio de Betulia, mientras que el 16 de octubre será en el corregimiento de Altamira.
Los días 18, 19 y 21 de octubre se llevará a cabo el evento Juntos Somos Capaces de Todo, en diferentes clínicas y hospitales de la ciudad.
El 19 de octubre habrá una exposición fotográfica en la UPB.
En la mañana del 20 de octubre tendrá lugar el Simposio Cáncer de Mama “Cuidando de ellas”, en alianza con el Hospital General de Medellín y dirigido a profesionales de la salud, EPS, IPS y estudiantes de medicina. En la tarde de este mismo día será el PICNIC ROSA para un grupo de valientes que están afrontando la enfermedad.
22 y 23 de octubre se hará en alianza con Ponto Brazileiro y el Centro Comercial Los Molinos, una exposición fotográfica, donatón de cabello y feria de emprendimiento.
El 30 de octubre tendrá lugar el evento Palmas Se Viste de Rosa.
Para conocer más sobre las actividades y cómo participar de ellas, así como para realizar donaciones, la información de contacto y cuenta bancaria es la siguiente:
Celular: 3127808105
Teléfono fijo: 6043580480
Donaciones cuenta de ahorros Bancolombia: 61733310501
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