Cambiar la vida de una comunidad no suele ser asunto de una sola persona. Depende del esfuerzo colectivo y de la suma de voluntades que, cuando trascienden, pueden extenderse y transformar la calidad de vida muchas personas en entornos que antes parecían distantes. Prueba de ello es la historia de EPM, que el próximo 6 de agosto cumplirá 65 años.
Durante ese tiempo, la empresa no solo ha llevado servicios vitales a millones de personas, sino que ha tejido redes de cooperación para construir un engranaje capaz de funcionar al servicio de más de siete millones de personas.
“EPM nos instaló los servicios y eso nos ayudó a legalizar nuestras viviendas. Nosotros hicimos nuestras propias redes de acueducto y alcantarillado porque EPM nos contrató”, dice Wberney Zabala Miranda. Este dirigente comunal, que vive hace 22 años en el sector conocido como Medellín sin tugurios, en la comuna 9 de Medellín y recuerda cómo fue la formalización de los servicios en su barrio.
“Aquí mucha gente pensó en un principio que EPM nos iba a cobrar mucha plata, pero después cayeron en cuenta que nos sale mucho más barato tener los servicios legalizados que estar con instalaciones de contrabando. Además de tirar las tuberías, nos hicieron andenes, escaleras, pasamanos, muros de contención. Nosotros le tenemos un gran aprecio a la empresa, porque nos mejoró no sólo los servicios, sino la calidad de vida. Mejor dicho, construimos tejido social a través de esas redes”, dice Wberney.
Historias como la que reconstruye ese líder comunitario hacen parte de una trayectoria que comenzó en 1955, cuando se fusionaron cuatro entidades que hasta ese momento funcionaban de manera independiente y que tenían a su cargo los servicios de energía, acueducto, alcantarillado y teléfono en Medellín.
Pero esa empresa naciente no se quedó solo en la ciudad donde surgió. De manera gradual se extendió por el Valle de Aburrá y a otras regiones de Antioquia. En la actualidad lleva sus servicios a otros departamentos.
Por ejemplo, en 2008 EPM asumió el reto de mejorar el acceso a los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo para los habitantes de Quibdó, por intermedio de su filial Aguas Nacionales. Diez años después, la capital de Chocó tiene un 36,11% de cobertura en el suministro de agua potable, un 20,02% en el servicio de alcantarillado y un cubrimiento del 97% en el servicio de recolección de residuos sólidos.
Para los habitantes de esta ciudad, eso representa una transformación notoria. “Desde 2006 estábamos solicitando redes de acueducto, porque las que había se dañaron y teníamos el servicio suspendido. A finales de 2018 nos instalaron las redes nuevas y desde entonces el servicio ha sido fenomenal”, asegura José Wiston Ibargüen, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Piñal de Medrano y vicepresidente de la Asociación de Juntas de la comuna 5 de Quibdó.
Y aunque en esta zona de la capital chocoana el servicio aún no se presta las 24 horas, sí se garantiza suministro de agua potable todos los días, en lapsos variables, algo que era impensable hace apenas unos años. “A mí me tocaba constantemente estar buscando a funcionarios públicos para que nos mandarán un carro de agua al barrio cuando pasaban dos o tres días sin llover. Eso ahora ya no se ve”, sostiene Ibargüen.
Algo similar se vive en el barrio Casa Blanca, también en Quibdó. “En esta zona sufríamos mucho por el agua, por aquí había una tubería enterrada, pero no funcionaba bien. En el 2008 tuvieron que venir de Medellín algunos carrotanques con agua para ayudar a la gente, porque había un verano muy largo y la gente estaba sufriendo mucho porque no había lluvia de donde abastecerse”, recuerda Luis José Mosquera.
En su barrio de la comuna 1 de la capital chocoana, Luis José es reconocido por su trabajo comunitario desde hace unos 20 años y es uno de los interlocutores con Aguas del Atrato. “La relación mía con la empresa ha sido muy buena, muchos de los que están ahí nos dan confianza e información de primera mano”, dice el líder.
Al celebrar sus 60 años, en 2015, EPM publicó un libro conmemorativo que reconstruye en seis relatos la historia de la empresa. En uno de ellos, el escritor Esteban Carlos Mejía presenta un perfil de Lucio Chiquito Caicedo, uno de los fundadores. En el cierre del texto, Chiquito dice: “Los ingenieros sabemos que el cuerpo humano es un conjunto de sistemas (…) A veces algunos fallan o se deterioran. Mientras tanto, ahí vamos”. Quizá esa referencia con el cuerpo humano sea útil para entender que EPM también es un conjunto de sistemas, que ya son 65 años, pero que ahí va porque ese engranaje funciona al servicio de la gente.
Foto: Cortesía EPM.