Todos los días, a eso de las siete de la noche, Stella Barrios llega a la estación San Antonio del metro luego de una larga jornada laboral. Como su trabajo de oficios varios es agotador, la mayoría de las veces no tiene la paciencia para esperar la única ruta de bus que llega a Las Palmas, su barrio; y, aunque molesta por la inversión de dinero, opta por tomar un taxi.
“Mis sobrinas viven conmigo y siempre piden servicio de moto por el celular, es lo que veo que hace ya la mayoría de personas en el barrio. Pero yo, a mis 56 años, realmente no me siento capaz. Me toca coger taxi así salga caro”, expresa la mujer.
El barrio Las Palmas, ubicado cerca al Cementerio de San Lorenzo y el centro comercial Sandiego, se consolidó en la década del 40 debido a la necesidad de vivienda que devino de las migraciones del campo a la ciudad y, desde entonces, se ha caracterizado por su figura residencial.
Sin embargo, sus calles estrechas, sinuosas y con lomas que parecieran no tener fin, hacen de la escasez de transporte público un verdadero suplicio para sus cerca de cinco mil habitantes.
La ruta 112
El Planchón, El Cincuenta, San Lorenzo, San Ignacio, San Juan, Éxito y Torres de Bomboná, son algunos de los nombres que se pueden leer en el parabrisas de una buseta amarilla con verde que atraviesa la carrera 44, Niquitao.
Es la 112 de Copatra, la ruta de buses de servicio público más corta de Medellín con apenas 7,6 km. Cuenta con apenas cinco o seis microbuses que solo cubren el barrio Las Palmas y una pequeña parte de El Salvador.
“Nosotros tenemos una sola ruta de buses, es la única y es la más mala de Medellín. Solo hay cinco carros corticos que no van a las estaciones del metro. Unas veces salen de un lado, otras veces de otro lado, se siente un abandono de ruta”, expresa Diego León Montoya, miembro de la JAC del barrio Las Palmas.
El escaso parque automotor de la ruta es uno de los factores que lleva a que los usuarios se quejen de su limitada trayectoria y la baja frecuencia de los microbuses. Según ellos, deben esperar hasta 20 o 25 minutos para que pase alguno.
“Aquí es mejor juntarse con algunas personas para pedir un servicio de taxi o de ´indriver´ hasta el centro o para devolverse a la casa. No solo es más rápido sino que sale más barato también”, afirma Lorgio Herrera, habitante del sector.
¿Qué puede hacerse?
Aunque en reiteradas ocasiones se han comenzado procesos para reorganizar el transporte público en Las Palmas, aún no se cumple la promesa de establecer rutas alimentadoras que permitan integración con el sistema de transporte masivo.
Ante esto, Diego León expresa que “nosotros hace tres años estábamos negociando con ellos, es complicado porque para un cambio de ruta se necesita el permiso de la Secretaría de Movilidad. Íbamos muy adelante con este proceso, pero algo pasó con la administración de Copatra y el plan se vino abajo”.
Sin embargo, el líder barrial también comentó que la voluntad de la comunidad por solucionar la dificultad sigue ahí. “Queremos una articulación directa con el metro. Una ruta que pase al menos por dos estaciones, hay que revisar de nuevo porque muchos bajamos temprano a trabajar, estamos habidos de hacer eso”.
Ante las manifestaciones de inconformidad, la Secretaría de Movilidad expresó que “si el servicio que se requiere para atender la comunidad es de ruta alimentadora, esta solicitud se debe remitir al Área Metropolitana del Valle de Aburrá quien es la autoridad del transporte masivo. Si en cambio es en relación con el transporte público colectivo, como se mencionó anteriormente, ya cuenta con una ruta de transporte, sin embargo, se revisará cómo están operando y así no se afecte el servicio a la comunidad”.
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