Por Valentina Castaño
A cualquier hora del día, las voces de niños que ríen, gritan o lloran, abundan en los callejones del barrio Niquitao del centro de Medellín. Este sector, cuyas dinámicas se caracterizan en la actualidad por las viviendas tipo inquilinato, recibe históricamente a individuos y familias desplazadas que llegan a la ciudad en busca de oportunidades laborales.
Hasta el 2009, quienes crecían en este contexto hostil en el que el rebusque es una máxima, carecían de un lugar donde retar su intelecto y formarse académicamente, un lugar que también les permitiera interactuar con sus pares y sentirse seguros.
Al identificar esta falencia en el Plan de Ordenamiento Territorial, la ciudad tomó la decisión de darle un espacio para la educación a Niquitao, y es así como, el 9 de febrero de 2009, se inauguró la Institución Educativa Héctor Abad Gómez sede Dario Londoño Cardona, único colegio oficial con el que cuenta hasta la fecha este barrio.
Un proyecto de inclusión y educacional en Niquitao
Desde un comienzo, la institución se construye en Niquitao bajo una consigna de transformación del contexto del que empezaría a hacer parte, debía ser un lugar que garantizara un cambio cultural, social y económico. Era imposible continuar ignorando las necesidades del sector.
“Al construir la institución, empieza todo un proceso de transformación social que implicó, entre otras cosas, realizar una invitación a las familias, a la comunidad educativa, a la acción comunal y líderes comunales. En comunidad le pusimos el nombre e invitamos a habitar el espacio, todo esto porque en este tipo de contextos se pueden generar violencias si no se involucra a la comunidad en la creación de un proyecto de este tipo”, explica Yólida Ramírez, docente de la Héctor Abad Gómez desde su inauguración.
Pero para ella, fue la llegada del actual rector de la institución, Elkin Ramiro Osorio Velázquez, la que marcó un verdadero cambio de dinámicas.
“Antes fui docente del colegio oficial María Montessori en Castilla, luego fui rector y coordinador del Liceo Educativo Kennedy. La experiencia en Kennedy me permitió tener una mirada global a la garantía al derecho a la educación que tienen los estudiantes, independientemente de su condición. Llego al Héctor Abad y lo que entendí era que la Institución tenía formulada una propuesta de inclusión con los rectores anteriores que debía ser valorada, fortalecida y, sobre todo, potenciada. Había un concepto de la inclusión muy en relación a la población en situación de discapacidad, y desde mi perspectiva el tema debía ir un poco más allá”, comenta el rector.
Con la llegada de Osorio se empieza una estrategia educativa de atención, intervención y acompañamiento desde dos enfoques, el de los derechos y el de la inclusión. El rector se propuso tres líneas de trabajo:
- Ser garante del derecho a la educación para el estudiante en la condición que llegue. Sin necesidad de hojas de vida.
- Ser garante de la inclusión.
- Dinamizar los principios y filosofía de Héctor Abad Gómez.
Bajo la lógica de esos pilares, al momento de su llegada al cargo en el 2013 la institución contaba con cerca 1.800 estudiantes, hoy esta cifra ronda los 3.000. Entre ellos se encuentran niños, jóvenes, adultos mayores, población migrante, indígenas Embera, madres gestantes, personas con procesos judiciales y de protección. Es una institución regida por una filosofía de puertas abiertas.
Transformación del territorio
Implementar estas políticas o herramientas de formación no ha sido nada fácil. Generar una cultura entre los docentes, los estudiantes, los administrativos, el personal de apoyo y demás actores, ha sido una la verdadera tarea, ya que no es hablar de inclusión.
“Cuando estas estrategias se traducen en un aula con un chico de 15 o 16 años, con tres o cuatro años de grado de repitencia, con altos niveles de consumo, comportamientos reiterativos desafiantes, se evidencia que del discurso al aula hay un gran vacío que se debe construir culturalmente día a día. Lograr instalar ese discurso y volverlo práctico con políticas, programas y ofertas educativas, ha sido la línea de trabajo durante estos últimos 10 años”, expone el rector Osorio.
Y si bien la ruta planteada no era ni es aún sencilla, la transformación positiva del contexto se evidencia en acciones contundentes como lo es la ampliación de la oferta educativa. Hace 10 años el colegio no tenía una media técnica, en noveno muchos estudiantes debían partir a otras instituciones. Así mismo, los docentes se encontraron con estudiantes extra-edad que no estaban en el sistema educativo hacía muchos años, y de ahí construyeron la oferta de educación para adultos en sabatino, misma que hoy se ha extendido y ya cuenta con versión dominical.
“Sobre cada situación que se va presentando, vamos construyendo una política, luego unos programas y de ahí definimos ofertas”, continúa Osorio.
En la actualidad, la IE Héctor Abad Gómez sede Niquitao puede decir con orgullo que fue la primera institución oficial en ofertar un plan educativo sabatino, hace ya 5 años, también una de las tres primeras en comenzar con el programa de validación escolar, Caminar en Secundaria. De sus alumnos, más de 100 son indígenas Embera, y por ellos se nombró a maestros indígenas y surgieron tres aulas etnoeducativas; además, casi mil son población migrante.
“Otro tema particular tiene que ver con la población venezolana, desde 2017 recibimos los primeros 38 estudiantes venezolanos, hoy tenemos 850. Somos la institución de Medellín con más población migrante. Frente a esto aplicamos alternativas con OIM, con Naciones Unidas, Secretaría de Educación, entidades de protección, entre otros. Como mencionaba antes, frente a lo que se va presentando construimos políticas, programas y ofertas educativas”, concluye el rector.
Hoy la institución tiene ocho ofertas educativas diferentes, y a pesar de tener que luchar a diario contra problemáticas típicas de este tipo de espacios como el financiamiento o la deserción estudiantil, continúa mejorando a diario y es sin duda un oasis para los habitantes de la zona.
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