Por Juan Moreno
Maria Yorlady Giraldo podría pasar desapercibida en cualquier lugar en el que no la conozcan por ese nombre. Pero cuando se menciona a Maria en el Centro, la cosa cambia. Con poco más de 273.000 seguidores en Instagram y más de 1.8 millones en TikTok, María es una estrella de las redes sociales. Incluso, según cuenta ella misma, han venido a buscarla visitantes de otras nacionalidades.
“Hasta aquí donde trabajo, ha llegado gente de Estados Unidos, México, Ecuador, Alemania, Suiza, Italia, en fin. Personas que han visto mi contenido en las redes y quieren venir a saludarme, a conversar, a tomarse una foto conmigo”. Y no tiene ninguna duda esta afirmación porque en los veinte minutos que tardó esta entrevista, se acercaron tres niñas y otro par de seguidoras de su propuesta a tomarse fotos con ella, le llevaron un detalle de la Virgen de Guadalupe, de la que María se declaró devota en uno de sus videos. “Vimos que te gusta la Virgen de Guadalupe y te trajimos este regalo con mucho cariño”, dijeron las muchachas con genuino entusiasmo. María, se los recibió y se hizo la foto de rigor con ellas para atestiguar el hecho.
Nacida en El Santuario hace 23 años, María llegó muy joven a Medellín y junto con sus padres trabaja todos los días en una papelería del centro comercial Los Buenos Negocios, en Maturín, entre las estaciones Cisneros y San Antonio del metro. El sitio, en plena temporada escolar, reverbera de clientes. En sus ratos cada vez menos libres, María estudia inglés.
Fruto de la pandemia
Mientras el mundo se despertaba del confinamiento y sus restricciones, a comienzos de 2021, a María se le ocurrió aprovechar el boom de TikTok para comenzar a crear su propio contenido, en el que cuenta su vida cotidiana y, sobre todo, su trabajo en el centro. “Quise mostrar algo distinto, mis experiencias en el centro. Comencé a montar videos de situaciones conmigo atendiendo en el local, gozándome las preguntas de los clientes: que si el colbón pegaba vidrio o que si aquí vendían ollas a presión. Todo eso quedaba grabado, comencé a subir los videos, a la gente le gustó y fueron llegando hasta ser el montón que tengo hoy” dice con un gesto de sorpresa por la cantidad de gente que la sigue.
Muy juiciosa con su contenido, María revisa por las noches los videos y según los que tengan más “likes” y comentarios, va orientando los temas que graba, los apunta en una libreta e idea la forma en la que los contará para no quedarse en blanco. “También hago videos en la finca de mi familia en El Santuario, de mi vida cotidiana, me gusta hacer recetas de cocina, en fin. Mi público es muy variado, la mayor parte niños hasta los once años y hasta adultos mayores, especialmente señoras, gente del común, de pueblos”.
María es una enamorada del centro y a través de su trabajo busca cambiar la percepción de la zona. “Desde que comencé a hacer el contenido he notado que la gente viene más tranquila al centro. Ya le gusta venir y ha dejado de lado las razones de miedo e inseguridad, eso me lo dicen, que gracias a mí le perdieron el miedo y lo ven como una zona turística. Gente del exterior llega y me dice que me vio en TikTok y me da las gracias. Una cosa muy bonita es que los nativos de Medellín que viven por fuera recuerdan a su ciudad gracias a mis videos, extrañan el centro y les llevo un toque de nostalgia que me agradecen con mensajes muy bellos” cuenta.
Gracias a su fama digital y a su particular forma de ser, María ha hecho numerosos amigos en la zona, especialmente en el centro comercial y sus alrededores. “Paso 12 horas del día en el centro, así que prefiero tener un vínculo muy personal con la gente que me rodea. Interactúo con los negocios, hablo con la gente. Soy muy entrona, saludo de esquina a esquina. Esta especie de fama le cambia a uno la vida, la gente lo trata a uno distinto”. Aunque prefiere no hacer tanta pauta publicitaria, María quiere sacarle partido a lo que ha conseguido, dejar el susto y obtener provecho económico de lo que hace trabajando con marcas.
El centro, su vida
“No hay día en el que no quiera venir a trabajar al centro”, afirma categóricamente. Dice que aquí es su vida, que no quiere quedarse haciendo nada en su casa. La gente, el comercio, los niños, es lo que más disfruta. Un signo de lo que la quiere la gente es que en uno de sus videos comentó que le encantaban los dulces y su público inmediatamente la llenó de estos comestibles, incluso le han traído de México (sus favoritos), Ecuador, Costa Rica y China.
María se considera, no una embajadora, sino una persona que trabaja desde el centro, y por consiguiente, tiene una apropiación grande de él. Asegura que el centro debería ser la primera opción para todo. No quiere que la llamen influenciadora sino creadora de contenido. “Soy una persona normal, aparte de las redes sociales tengo una vida propia, con problemas, dificultades, tristezas y alegrías. No quiero influenciar las decisiones de nadie. Me gusta que la gente venga, me visite, se haga fotos, se dé cuenta de lo bueno y rico del centro. A veces me agobia un poco la responsabilidad, pero me encanta decirle a la gente que venga al centro, que lo conozca, que sepa su historia y que los niños, desde pequeños, se apropien de este lugar”. Concluye María, la del Centro.
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