Este domingo 13 de marzo se llevarán a cabo las elecciones legislativas en nuestro país, en las que se elegirán los senadores y representantes a la Cámara para los próximos cuatro años. Además, se realizarán las consultas interpartidistas para escoger los candidatos de Centro Esperanza, Equipo por Colombia y Pacto Histórico, en las que los ganadores, además de otros candidatos, participarán en la primera vuelta presidencial en el mes de mayo.
La importancia de estas elecciones legislativas está dada en el papel que juega el Congreso de la República, cuya función principal es hacer las leyes, y además otras fundamentales como reformar la constitución, hacer control político, control público y otras protocolarias.
La coyuntura actual en el país en temas sociales, económicos y de salud, así como el panorama mundial que se ve afectado por el conflicto entre Rusia y Ucrania, requiere que el poder legislativo (Senado y Cámara de Representantes), esté preparado atender con prontitud, a través de las leyes, la situación cambiante y nos permita sortear oportunamente las dificultades que puedan aparecer en el futuro cercano.
El Congreso de la República requiere personas preparadas, idóneas, sin tacha, que pongan los intereses del país por encima de sus intereses particulares. Los votantes debemos encargarnos de escoger a quienes de verdad representen el bien común, para lograr mejores condiciones para todos.
Informarse es fundamental y ello debe hacerse a través de medios de comunicación reconocidos, los cuales por estos días hacen pedagogía electoral para mostrar a los sufragantes las propuestas de los candidatos, también para analizar si dichas propuestas son viables o no, además de aspectos positivos y negativos de quienes aspiran representarnos.
Un Congreso altamente desprestigiado por múltiples escándalos de corrupción, por el manejo de la burocracia, por el poco trabajo realizado en aspectos trascendentales para el país y con una desaprobación superior al 80%, requiere una renovación con caras nuevas que le den más esperanza a Colombia y otro aire al poder legislativo.
El voto en Colombia es libre y secreto. Nadie puede ni debe coartar este derecho. Tampoco nadie puede comprar un voto, y de hacerlo, tanto quien lo compra como quien lo vende incurren en un delito.
Vale la pena traer a colación una imagen que por estos días rota en redes sociales con el mensaje “la venta del voto condena a los pueblos a la pobreza” y que muestra además cómo la cifra de un voto comprado por cincuenta mil pesos, significa tan solo $34 diarios por los próximos cuatro años. Y no importa si son 50, 100 o 200 mil pesos, el voto nunca debe venderse, porque quien paga para llegar, llega para robar.
Desde Centrópolis invitamos a nuestros lectores a votar, a informarse previamente por quién es el candidato o candidata que representa sus intereses, a hacerlo de forma secreta, sin interferencia por parte de otras personas. No votar es permitir que otros definan el futuro de nuestro país.
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