Por: María Isabel Arbeláez
Patinar sobre el hielo ya no es una diversión exclusiva para quienes viven en países donde hay nieve. Ahora, en pleno corazón de Medellín, usted podrá vivir esta experiencia.
Al descender por las escaleras eléctricas del centro comercial Camino Real se siente el cambio de temperatura. Allí el ambiente es frio, pero las sonrisas y la alegría de quienes hacen la fila para patinar en la pista de hielo, amenizan cualquier helada.
Mary Luz Hoyos e Isabella Ceferino, madre e hija, se preparan para entrar. Isabella, de nueve años, asegura sentir miedo y al mismo tiempo emoción. Mientras tanto, su madre afirma que ninguna de las dos ha patinado sobre hielo y que desde pequeña no monta en patines convencionales.
Llega la hora de su turno y, ya listas con toda la indumentaria, ingresan al lindo tapete de hielo adornado por un trineo de Papá Noel y una lluvia de luces cálidas en la parte superior.
Las risas no tardan en aparecer. Ambas se graban, se toman selfies y luego compiten por quién tiene mayor destreza sobre el hielo. Los curiosos se asoman a la pista. Unos les sonríen, otros les preguntan cómo pudieron ingresar, y los demás, con ínfulas de jueces, evalúan su manera de patinar.
Las gotas de sudor comienzan a salir, pero ellas ya tienen la solución: arrojarse pequeños trozos de hielo que se desprenden de sus pasos al patinar.
No queda claro quién es la ganadora de la competencia, pero ambas salen felices mientras se quitan su equipo de protección. Mary Luz sacó un día de descanso para ir a patinar con su hija, dice que volvería a hacerlo, e Isabella, que ya está en vacaciones del colegio, dice que le gustaría volver con su hermanita de doce años.
Los turnos continúan, esta vez con madre e hijo que se disponen a retarse en el hielo ¿quién ganará esta vez?