Desde el PERIÓDICO CENTRÓPOLIS y CORPOCENTRO estamos convencidos de que son muchas más las cosas buenas que tiene nuestro territorio, que aquellas negativas que lo afectan. En los medios de comunicación poco se mencionan esos aspectos positivos y desde estas páginas hacemos el esfuerzo por visibilizarlos, como en esta edición en la que hablamos del renacimiento de la música de antaño en el Hotel Nutibara, las huertas urbanas que aportan a la alimentación de nuestra población y de colectivos que trabajan en pro de las mujeres de la comuna 10.
Sin embargo, no podemos ocultar que una parte del centro de Medellín está sumido en grandes problemáticas que siguen creciendo descontroladamente, sin que la administración distrital tome medidas de fondo para controlarlas, y por el contrario, parece que fuera en contravía de las solicitudes ciudadanas, del empresariado y de múltiples sectores que se vienen pronunciando acerca de lo que pasa en la comuna 10.
Uno de los casos más mencionados y mediáticos, es el relacionado con el cerramiento de la Plaza Botero, que ha tenido pronunciamientos en contra tanto a nivel local como internacional. Incluso el mismo maestro Fernando Botero se pronunció en contra de la medida tomada por el alcalde Daniel Quintero. Si bien puede verse en ese polígono un mejoramiento de las problemáticas, estas no se extinguieron, sino que se desplazaron. Ahora a pocas cuadras está toda la actividad de prostitución, explotación sexual de niños y adolescentes, microtráfico y hurto.
Por otro lado, sin ninguna concertación y en contravía del trabajo que se venía realizando desde la Alcaldía con las asociaciones comerciales y cívicas, desde la Subsecretaría de Espacio Público se reactivó la entrega de nuevos permisos para venteros informales que estaban congelados desde hace más de 15 años y de los cuales esperan otorgar más de tres mil en lo que resta de 2023. Es importante tener en cuenta que desde 2017 el número de ventas en el espacio público creció en más del 100%, pasando de cerca de 17 mil a 35 mil al finalizar diciembre.
Para rematar, la limpieza de las calles y las gestiones de ornato y embellecimiento de las vías y separadores viales, está en veremos. Al cierre de esta edición la Secretaría de Infraestructura no había firmado los contratos para esas tareas, las cuales ejecutan de manera muy eficiente Emvarias y el Jardín Botánico de Medellín. No tener esos contratos ha hecho que el centro se vea descuidado, sucio y que pululen los malos olores generados por excrementos a lo largo y ancho del territorio.
Estos tres ejemplos son tan solo la punta del iceberg que tiene sumido al centro en una de las épocas más tristes y que no vivíamos hace décadas, incluyendo cuando el narcotráfico libraba una guerra contra la institucionalidad.
El alcalde Daniel Quintero, sus secretarios y el Gerente del Centro, aún tienen la posibilidad de dar vuelta a las problemáticas del centro, pero debe hacerlo escuchando a los actores que conocen el territorio, a quienes le siguen apostando a que la comuna 10 puede ser un espacio más amigable para todos.
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