Poco a poco el gobierno nacional ha autoriza- do la reapertura de nuevos sectores, lo que ha reactivado de manera gradual la economía de la ciudad y que inevitablemente significa que muchas más personas pueden salir a la calle, con los consabidos riesgos que ello implica.
Precisamente esas aglomeraciones indebidas de personas en algunos sectores del centro, así como el creciente número de casos de COVID-19 en la comuna 10, fueron la razón por la cual el alcalde Daniel Quintero decretó una nueva cuarentena en cerca del 80% de La Candelaria.
Y era de esperarse, pues ya veníamos evidenciando la indisciplina social de las personas que al circular por las calles no portaban el tapabocas o lo hacían mal, tampoco respetaban el distanciamiento en las filas de bancos, farmacias y lugares de entrega de subsidios. Incluso, sin autorización de las autoridades, ya cafeterías y algunos restaurantes empezaban a prestar servicio a la mesa.
Pues bien, a pesar de todos los esfuerzos del comercio organizado, especialmente de pasajes, centros comerciales, instituciones educativas, entre otras, que diseñaron y pu- sieron en práctica estrictos protocolos de bioseguridad avalados por la Secretaría de Salud, desde el pasado lunes nos vimos abocados a un nuevo cierre por 14 días para evitar una propagación más rápida del virus, con las afectaciones sociales y económicas que ello implica, destruyendo más empleos y llevando a la quiebra a empresarios que se la han jugado por años por este territorio.
Quedan damnificadas también las instituciones culturales, entre las que se encuentran los museos y las bibliotecas, que se venían preparando para prestar sus servicios de nuevo. Una de ellas es el Museo de Antioquia que el pasado 8 de julio dio inicio a sus actividades, lo cual celebramos desde Corpocentro, pero que tuvo que cerrar de nuevo y postergar sus proyectos en el territorio mientras vuelven a reactivarse las actividades en la comuna 10.
La actividad comercial también había empezado a notar su reactivación, a pesar de las restricciones que se presentan como la medida del pico y cédula y los controles que se realizan en los establecimientos para cumplir con la normatividad vigente.
Estas son dos semanas cruciales, la administración municipal debe preparar sus protocolos para que una vez se reabra el comercio no se presente de nuevo el desorden de las últimas semanas en el espacio público, también para que el comercio formal y el empresariado ajuste sus procesos para atender a sus clientes, y para que el comercio informal se concientice de la necesidad de adoptar protocolos y medidas de seguridad que garanticen su salud y la de los transeúntes. Esta es una responsabilidad de todos.
No es el momento de relajarnos, si bien la vida debe continuar, es necesario seguir las instrucciones de las autoridades, hay que extremar las medidas de protección como el uso del tapabocas y lavado de manos continuo, evitar las reuniones presenciales, ya sean laborales o sociales, y mantener el distanciamiento social.
De nuevo reiteramos que llegar a un nuevo cierre y a otra cuarentena, sería letal para la economía de la ciudad. Por ello, debemos apelar a la corresponsabilidad, al sentido común, a la colaboración de todos los ciudadanos. Debemos evitar la pérdida de más empleos, y eso lo podemos lograr si todos colaboramos cuidándonos y apoyando la economía local.