“Lo que no se encuentra en el centro de Medellín, no se encuentra en ninguna parte”, esta es una frase que se escucha con frecuencia en la capital antioqueña. Y es que para muchos es difícil imaginar que pueda faltar algo entre los miles de almacenes y vitrinas que tapizan por completo el primer piso del sector.
Sin embargo, hay otro tipo de negocio menos visible pero que también aporta a la amplia oferta del centro; se trata de las bodegas comerciales, espacios ubicados en los pisos superiores de muchos de los edificios de Guayaquil, pensados principalmente para el almacenamiento de mercancía pero que actualmente han evolucionado y han abierto sus puertas a los clientes para que compren productos al por mayor y al detal a precio más favorable que en un local de primeros pisos.
Estos establecimientos ofrecen una alternativa diferente al tradicional comercio en almacenes. A medida que la ciudad se expande y evoluciona, las bode- gas en el centro de Medellín se han convertido en un punto fo- cal para muchos consumidores y empresarios locales.
¿Por qué son populares?
Al centro comercial Gran Plaza, ubicado a un costado del Parque de las Luces, diariamente ingresan miles de compradores deseosos de explorar la gran variedad de almacenes con los que cuenta.
No obstante, son pocos los que se han aventurado a visitar otros pisos del centro comercial. Más allá de las luces y las vitri- nas suntuosas, en los pisos más elevados de Gran Plaza, donde la mayoría cree que solo hay parqueaderos, es posible encon- trar más locales repletos de pro- ductos a bajos precios. Y estos, aunque ocultos a simple vista, cada vez son más concurridos.
Almacenes Sion es uno de ellos. Ubicada en el piso 14 del centro comercial, esta bodega, que no cuenta con más que un pequeño espacio de recepción para sus clientes, vende ropa que comienza desde los $10.000.
Los compradores no tienen las mismas comodidades que tendrían en un almacén; no pueden acercarse a la ropa, revisarla, medírsela y escoger lo que les gusta, deben pedir a los empleados que les acerquen las piezas que a lo lejos parecen ser de su agrado. Pese a esta dinámica poco común, la bodega está repleta de clientes que salen con grandes bolsas de mercancía.
“Siempre vengo con mi prima, las dos compramos aquí porque revendemos, yo en el barrio en el que vivo y ella en Urrao, que es de donde somos. Este es nuestro emprendimiento y nos va bien, funciona porque los precios que uno consigue aquí directamente en bodega son muy buenos y siempre se le puede sacar bastante al producto. Yo me enteré del lugar porque hace más de un año vine con una amiga que compraba aquí, si alguien no le comenta a uno es difícil dar con el sitio, pero eso es bueno porque no todas conocen y entonces me compran a mí”, comenta Sandra Patricia Bedoya sobre su experiencia con Sion.
Y es que en un comienzo el voz a voz fue fundamental para el reconocimiento y el buen desempeño de estos espacios, pero desde hace poco, las bodegas encontraron una forma más efectiva de darse a conocer
y atraer nuevos compradores: la red social TikTok. Ahora es común ver circular por dicha plataforma decenas de videos que comienzan con líneas como: “Les traigo la nueva bodega que descubrí en el centro” o “La bodega de ju- guetes más barata del centro”. Esta estrategia tiene todas las características para enganchar al público, ubicación misteriosa, variedad de productos y excelentes precios, una combinación que ha logrado que estos videos se viralicen y las ventas de bodega estén disparadas.
Lejos de extinguirse
Don Carlos tiene una bodega de artículos de ferretería y variedades ubicada dentro del centro comercial El Río, también en el sector de Guayaquil.
“Aquí viene mucha gente a surtir para sus tiendas de barrio. Hace unos años yo a veces llevaba a los que querían comprar al por mayor a la bodega, pero hoy en día mantengo a alguien ahí de forma permanente atendiendo porque se volvió conocido por los precios, es más barato”, comenta.
Pero ¿por qué es más barato? Tiene que ver con los costos de alquiler y funcionamiento del espacio. Mientras que en su almacén comercial debe pagar un arriendo más alto, tiene menos espacio y más trabajadores a quienes pagarle; en la bodega el pago es menor en todo sentido.
Así mismo, también están aquellas bodegas que fabrican allí mismo su producto, sucede mucho con las confecciones. Gracias a esto se eliminan gas- tos como el traslado de la materia prima y de los trabajadores de la fábrica al local comercial, permitiendo un precio más justo para todos.
De esta forma, la próxima vez que esté buscando ahorrar en maquillaje, ropa, calzado, herramientas u otras variedades, no dude en preguntar por la bodega que comercializa ese tipo de productos, con seguridad encontrará al menos un par de ellas en el centro.
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