Mientras un comerciante pequeño invirtió un millón de pesos como mínimo, un centro comercial dispuso hasta 50 millones para acoger las exigencias de las autoridades.
Por: Víctor Vargas
Los comerciantes formales del centro de la ciudad están aburridos, desanimados, pero principalmente impotentes frente a la situación actual en la que, pese a los esfuerzos e inversiones hechas para cumplir con las exigencias de las autoridades nacionales y locales en términos de bioseguridad contra la COVID – 19, hoy los cálculos indican que sus ventas no llegan al 20%.
Primero fue la declaratoria de Zona de Cuidado Total que los dejó sin aliento e ingresos durante 14 días (entre el 13 y el 27 de julio) y luego la denominada estrategia del ‘acordeón’ que hoy los acaba de desanimar con su cierre de actividades tres de los cuatro días de la semana.
Centros comerciales del centro de Medellín han invertido hasta $50 millones en la implementación de bioprotocolos para su reapertura.
Están de acuerdo con la protección de la vida, sin embargo, sienten que han hecho muchos esfuerzos por cumplir “pero nos miden con el mismo rasero del comercio informal. Comprendemos la situación social, pero las exigencias para ellos no son las mismas. Estamos pagando justos por pecadores”, manifestó Janeth Zuleta, gerente del centro comercial Gran Plaza y presidenta de Asoguayaquil.
Y es que las inversiones en la implementación de los protocolos y medidas de seguridad, les han costado a los comerciantes millonarios recursos que parece que no pudieran tener un retorno en medio de la incertidumbre.
Zuleta detalla que, para Gran Plaza, por ejemplo, las inversiones en la implementación de lo exigido por las autoridades, alcanzó inicialmente la suma de $50 millones. “Desde marzo a hoy con el objetivo de adaptarnos a la realidad de la pandemia eso ha sido lo gastado”.
Estas inversiones van desde lo más sencillo como los 40 puntos de desinfección que tiene este centro comercial con cerca de 150 locales comerciales en tres pisos, hasta la tecnología de cámaras para conteo de personas, cámaras térmicas, termómetros digitales y todos los programas para gestionar la información que se debe reportar a las autoridades locales en su plataforma ‘Medellín me cuida’.
A lo anterior se suma la incorporación de dos personas adicionales para controlar los ingresos, así como todas las exigencias en materia de normas de Seguridad y Salud en el Trabajo y las inversiones en los planes de comunicación asociados a la difusión de las medidas tomadas.
De esta manera, el centro comercial Gran Plaza que en época normal podía recibir entre 15 y 20 mil personas por día, y hoy no recibe más de 2.000 visitantes; se gasta para mantener este esquema de bioseguridad, más de ocho millones de pesos por mes, incluyendo el personal a cargo del protocolo. “En realidad esto, se cumple recortando presupuestos de otros áreas o necesidades”, recalcó Zuleta quien suma ya dos décadas de experiencia en el ámbito de los centros comerciales
Muy cerca de Gran Plaza, se muestra otra dimensión del esfuerzo. Carmenza Zuluaga, comerciante de productos de piñatería y juguetes, rebusca la factura de las compras iniciales para implementar el protocolo en el negocio que administra y en que laboran cuatro personas.
Termómetro: $450.000. Dispensador gel: $75.000. Cinco caretas faciales: $35.000. Atomizadores: $10.000. Tapetes: $26.000. Amonio cuaternario: $15.000. Y así… en total, $727.000 para la implementación inicial. “En ese momento el termómetro estaba caro, pero ahora ya están baratos por la cantidad que hay en el comercio, pero eso fue lo que se invirtió al principio. Para estos días que hay muy poco comprador, los gastos mensuales en los insumos alcanzan cerca de los $100.000”, relata Zuluaga.
Para Nicolás Posada López, director del Comité Intergremial de Antioquia, “en muchos casos la implementación de los protocolos les ha exigido a los empresarios incluso modificaciones físicas a sus instalaciones. Cada realidad empresarial es diferente pero el esfuerzo ha sido enorme”.
Criticó la medida del acordeón al indicar que ni en los mejores momentos de la economía colombiana ninguna empresa podría sobrevivir bajo la formula de abrir cuatro días y cerrar tres. Ni hace dos años, ni hace cinco ni hace diez años, ahora menos en una crisis económica y social mundial. Estas medidas no fueron consultadas con el sector empresarial”.
Según distintas voces del comercio formal, las autoridades están en deuda de tomar medidas drásticas ante la informalidad. “nadie quiere asumir el costo político”, es lo que muchos mencionan.
Agregó también que esas estrategias afectan por igual a los centros comerciales, a marcas ya establecidas a nivel nacional y a cada comercio formal por pequeño que sea, el esquema de incremento de gastos, versus la disminución extrema de las ventas, resulta fatal.
Claudia Jaramillo Palacio, directora Ejecutiva de Asocentros, asociación que agremia a 15 centros comerciales del Valle de Aburrá, tres de ellos en el centro (Camino Real, Gran Plaza y Sandiego), explicó que los dineros que se invertían en mercadeo, para promocionar las ventas, han sido trasladados en los centros para atender los protocolos exigidos.
Tras el cierre de cientos de locales, ¿A qué centro volveremos?
“Los gerentes han manifestado una profunda tristeza por el desgaste que se ha tenido para implementar esto tan estricto. No solo hemos cumplido con las medidas de obligatorio cumplimiento, sino también con las recomendaciones hechas desde el gobierno nacional haciendo inversiones cuantiosas”, advirtió.
Al igual que Posada López, la directora de Asocentros, manifestó preocupación por el hecho de que las medidas tomadas por las autoridades para el centro hayan sido decisiones unilaterales, lo que los hace expresar que, para los comerciantes en este sector de la ciudad, se sienta que “están pagando justos por pecadores. La estrategia del acordeón, sumada a la limitación por dígitos de la cédula, nos tiene recibiendo solo el 20% de los visitantes”.
La implementación de los protocolos de bioseguridad ha generado entre los comerciantes pequeños, inversiones que van desde los $800.000 hasta $1.500.000.