Qué el 60% de las ventas diarias en el centro de Medellín sean a crédito es un termómetro para la economía de la ciudad. Pero que solo 4 de cada 100 personas que compran a crédito se atrasen en sus cuotas, es además un indicador de la buena calidad de las finanzas y de la cultura del crédito de la población antioqueña en general.
Si seguimos hablando de cifras, también podemos decir que ese comportamiento crediticio es el reflejo de lo que pasa en la economía del Valle de Aburrá. No en vano, Sergio Ignacio Soto, director de Fenalco Antioquia, es enfático en calificar al centro ampliado, como el macrocuadrante corazón del comercio en Medellín.
Nada más en este sector, que desde la Federación Nacional de Comerciantes delimitan entre las calles Barranquilla y la calle 30 y entre los barrios El Naranjal y Boston, están registradas ante Cámara de Comercio 20 mil empresas, 12 mil de las cuales sostienen sus ventas gracias a la modalidad del crédito.
“Medellín es un caso único, acá nuestros comerciantes les fían directamente a sus clientes, no hay una entidad bancaria que financie y lo mejor es que los clientes son buenas pagas”, explica Sergio Ignacio Soto
Parte de esa buena fama se debe también, reconocen los comerciantes, a la unión de sus bases de datos con las de Procrédito, que es la central de riesgo normalizadora del pago, es decir, la que se encarga de decir quién tiene buen historial crediticio y quién no.
Según datos de la Superintendencia Financiera, los usuarios de este tipo de créditos, catalogados como micro, son las personas de menor estratificación social, es decir más del 80% de la población de Colombia
La mayoría de los créditos que la gente solicita son en la cadena textil, confección, moda y vestuario y las opciones preferidas para el pago son club y cuenta corriente. En los últimos años, los artículos de tecnología y los artículos eléctricos han empezado a mover la economía. Ahí, también el crédito es la clave para la adquisición.
Trasladado todo este panorama al ciudadano común, se puede decir que un trabajador prefiere deberle a un almacén que a un banco, por lo menos para las compras en el centro, también que
paga cumplidamente y que son menos los que pagan de contado.
“Obviamente, si la gente empieza a quedar mal con los créditos el historial se daña” dice Sergio Ignacio Soto. El problema es que si se daña ese registro, no se puede volver a comprar nada a plazos y también entran los cobros extras, por ejemplo, tasas de interés superiores al 32% en el caso de las tarjetas de crédito y los cargos generados por cobranza en todos los casos.
¿Qué nos cuelga?
Aunque el ciudadano común conoce poco qué es un alza en las tasas de interés del Banco de la República, o términos como inflación y devaluación, los comerciantes sí saben que cuando estos fenómenos empiezan a ocurrir, más gente deja de pagar sus obligaciones.
Según cifras de la Superintendencia Financiera, los créditos de consumo, es decir los que se utilizan para las compras, son los que más cumplidamente se pagan, pero también son el primer reflejo de la economía, porque los hogares son los primeros en sentir los embates de la economía y empiezan a castigar sus obligaciones.