Se confía en que en el segundo semestre la situación económica será mejor para todos.
Desesperanza, incertidumbre, el pago de multas y pensar en el cierre definitivo o en el cambio de actividad productiva, son sentimientos y situaciones que han tenido los representantes de cinco emblemáticos establecimientos del centro, con quienes CENTRÓPOLIS habló sobre la lucha librada durante estos 14 meses de la declaratoria de pandemia por el COVID-19. El teletrabajo y el cierre de empresas han mermado las ventas, especialmente en restaurantes, obligándolos a implementar o reforzar el servicio a domicilio, tener mayor visibilidad en las redes sociales, mejorar la página web e innovar en líneas de negocio para paliar la crisis.
Créditos y anchetas
Hatoviejo recurrió a iniciativas adicionales como darles vacaciones a los empleados cuando empezó la cuarentena nacional; se otorgaron licencias y se pasó de trabajar la jornada completa a medio tiempo. Sin embargo, fue necesario reducir el personal en un 50%. Aunque el servicio a domicilio se mejoró días después de comenzar el confinamiento, en su caso no suplía las ventas que se dejaron de hacer en el local, que lleva 38 años en el centro. Los socios del restaurante también “ayudaron financieramente con préstamos para poder sobrepasar el momento más difícil que fueron los cinco meses de cierre”, afirmó el gerente Pedro Isaza Orozco, quien añadió que también se aprovecharon auxilios del Gobierno nacional como créditos, aunque eso no ha sido suficiente. “Este año nos salió el no cobro del impuesto al consumo a nuestros clientes, pero el sector necesita más ayudas que eso”. Entre tanto, la situación del tradicional Salón Málaga fue tan complicada en la cuarentena total, que se pensó en cambiar el concepto del negocio para convertirse en una cafetería o utilizar el local como bodega y almacén. Además, se ideó la venta de un paquete que contenía un CD con música vieja, una botella de licor y souvenirs. “La respuesta de la comunidad fue muy bonita porque todo el mundo empezó a apoyarnos con las anchetas y logramos sostener el negocio de esa manera”, afirmó el gerente César A rteaga. Debido a que a finales de 2020 el local tuvo un repunte, hubo aumento en el uso de servicios públicos, propiciando que EPM le cobrara millonarias multas por ese crecimiento, lo que le parece injusto a Arteaga, teniendo en cuenta que muchas personas creen que allí los baños son públicos y los aprovechan sin ser clientes; además, era lógico el incremento, ya que el Salón duró varios meses cerrado. Es de anotar que se han mantenido las 10 personas de la nómina, mientras que más de 25 artistas no han podido retornar a sus labores.
Alianzas estratégicas
El restaurante Versalles (otrora punto de encuentro de familias y amigos desde 1961) se tuvo que reinventar con los domicilios. “El apoyo de nuestros clientes ha sido muy especial”, dijo Carlos García, su representante legal. De igual modo, tuvo que adelgazar la plantilla de empleados casi 26%, pero se confía en que a medida que se reabra del todo se volverán a contratar a los despedidos. Adicionalmente, Leonardo Nieto, fundador de esta empresa murió en junio, por lo cual 2020 fue un año muy duro para todos. De otro lado, el reconocido salón de té Astor -donde en otras épocas abuelos, novios y demás, se reunían para compartir o celebrar- disminuyó el portafolio de productos y comenzó a ofrecer algunos congelados para que sus clientes los terminaran de preparar en casa durante los confinamientos.
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Asimismo, estableció alianzas estratégicas con Sancho Paisa y con otra empresa para no perder del todo el mercado, pues tuvo que cerrar varios locales como el ubicado en el aeropuerto José María Córdova, lo que conllevó a disminuir la nómina de la empresa en 25% y la de Junín en 28%. El gerente Carlos Silva Gallego destacó la solidaridad del arrendador del local del centro, pues por ser tan grande genera unos gastos fijos altos. Con la ayuda del propietario no fue necesario desocupar el espacio. Finalmente el restaurante Hacienda, pese a que cerró sus puertas en la cuarentena obligatoria, pudo seguir funcionando debido a que ya tenía dos años con Rappi para domicilios y los empleados con moto también se sumaron a esa tarea. No obstante, de nueve sedes pasó a tres. La de Junín no se clausuró, por ser la más emblemática y con 30 años de vida (misma edad de la empresa). Andrés Escobar Ochoa, gerente de operaciones, anotó que al principio los trabajadores se ajustaron a las nuevas circunstancias con licencias no remuneradas, vacaciones e incluso, los sueldos se bajaron al salario mínimo, pero eso no fue suficiente y tocó pasar de nueve a tres sedes y el 25% de los trabajadores. Asimismo, se creó la línea de negocio de alimentos congelados, de manera que el cliente solo tiene que calentar en casa lo que se va a comer. Los representantes de estos emblemáticos establecimientos ven al segundo semestre del año con la esperanza de que será mejor en ventas.