Luchar contra la discriminación es una labor diaria para muchas personas y organizaciones. La activa, diversa y a veces conflictiva comunidad afrodescendiente en el centro, hace sentir su aporte vital a la ciudad.
Por Alexander Barajas Maldonado
lt;p style=”text-align: justify;”>Eso lo vivió hace poco la concejal Daniela Maturana, quien en la noche de los premios Oscar recibió por redes sociales algunos chistes sobre la cabellera afro que mostraba orgullosa la bella actriz negra Halle Berry. “Se burlaban y decían que parecía un french poodle o que tenía un estropajo en la cabeza”, comentó esta hija de una pareja interracial.
Agregó que “cuando eso pasa, siento que hemos retrocedido como sociedad unos 20 o 30 años. En lo personal, esas micro agresiones o esas discriminaciones sutiles me duelen, porque yo sufrí muchas burlas por mi pelo cuando era niña”.
Episodios como ese cuestionan el avance de la tolerancia y la inclusión como valores aceptados. Para evitar retrocesos, no está de más recordar que todo grupo humano es valioso y no merece ser objeto de chistes, como nuestra comunidad afrodescendiente que en el centro tiene una población reconocida superior a los 25 mil integrantes.
Además, en La Candelaria está registrada una tercera parte de las 110 organizaciones negras que se calcula existen en toda la ciudad. Una de ellas es la Federación de Comunidades Afrodescendientes (Fedeafro), que según su vocero Manuel Mosquera agrupa unas 33 entidades. “La discriminación sigue latente y vemos todavía que no se nos tiene en cuenta como debería”.
Explicó que para el actual plan de desarrollo, “presentamos casi 300 proyectos, pero solamente quedó uno, que fue el que defendió la concejal Maturana, la única concejal afrodescendiente”. Y esa propuesta, llamada Medellín ciudad diversa, busca precisamente combatir la discriminación, el racismo y la xenofobia.
“Todavía nos perciben como exóticos, como foráneos; negros ha habido en esta ciudad desde la esclavitud de la colonia, invisibilizados o luego mezclados, y creen que todos llegamos con las migraciones recientes desde Urabá o las menos nuevas como las de Chocó”, comentó por su parte Beatriz Quesada, directora de la Asociación Intercultural Colombia Diversa (Aicold).
Quesada es también la representante de la comunidad afro en el Consejo Territorial de Planeación de Medellín y concuerda con lo expresado por su colega de Fedeafro. Por su parte, la concejal Maturana reconoce otro avance: “la Secretaría de Inclusión Social tiene un presupuesto histórico de $8 mil millones para indígenas y negritudes. Más de mil millones serán para programas afro este año y se formará a los funcionarios de 10 dependencias en enfoque transversal de minorías”.
Parte de ese esfuerzo consiste en formar en etnoeducación a los docentes y directivos de los colegios públicos. “Queremos que eso se dé incluso desde Buen Comienzo (programa formativo y nutricional para niños de 0-6 años), porque la esperanza de superar la discriminación totalmente en un futuro está en ellos, si logramos alejarlos de los vicios o complejos que les podrían inculcar los mayores”.
Por el auto-reconocimiento
Antes del 30 de marzo, las organizaciones afro de Medellín y Colombia deberán entregar el primer reporte del año de quienes quieran hacer parte del registro formal de miembros de esta comunidad, ante la Dirección de Comunidades Negras del Ministerio del Interior (Decreto 3770 de 2008). Basta reconocerse como tal, no importa el color de la piel, solamente el convencimiento cierto de llevar sangre y herencia negras. El trámite, que no tiene ningún costo, puede hacerse a través de cualquier organización o directamente ante el mencionado despacho.