En el tradicional sector de Niquitao, en el centro de Medellín, existe desde hace dos años un espacio multicultural que alberga a los indígenas Embera, una comunidad que históricamente ha tenido que desplazarse por la violencia desde sus territorios ancestrales del Chocó.
Para atenderlos y cambiar sus realidades surgió el Proyecto Casa Embera, que es liderado por una pareja de misioneros extranjeros y con el cual no solo se ha dado paso a la creación de oportunidades económicas sino también a la reintegración cultural y social de los Embera en nuestra ciudad.
Colombia tiene dos grandes grupos de indígenas Embera: Los Dóbida, es decir aquellos cuyo modo de vida gira en torno al río, y los Eyabida, que a su vez se dividen en Embera Katío y los Embera Chamí. Por la posición geográfica de Medellín, aquí hay presencia de todos estos, en su mayoría dedicados a la venta de artesanías o a la mendicidad.
Precisamente atendiendo a esta necesidad nació el Proyecto “Embera Bead”, como es conocido en el extranjero, una respuesta a las difíciles condiciones de vida y a la falta de dominio del español de esta población, una barrera que complica aún más su adaptación y prosperidad en un ambiente urbano ajeno a sus tradiciones.
La idea de Casa Embera
“La idea surgió en 2019 para ayudar inicialmente con trabajo a las indígenas, pues la mayoría de las veces les pagan mal. Entonces escogimos algunos diseños que les gustan a los gringos, los ofrecimos en internet y fueron todo un éxito.
Fue en la pandemia cuando comenzamos a repartir comida a muchos indígenas y vimos la necesidad de tener un espacio propio y unos años después lo logramos”, dice emocionada Elizabet Burkhalter, fundadora del proyecto.
“La idea surgió en 2019 para ayudar inicialmente con trabajo a las indígenas, pues la mayoría de las veces les pagan mal. Entonces escogimos algunos diseños que les gustan a los gringos, los ofrecimos en internet y fueron todo un éxito. Fue en la pandemia cuando comenzamos a repartir comida a muchos indígenas y vimos la necesidad de tener un espacio propio y unos años después lo logramos”, dice emocionada Elizabet Burkhalter, fundadora del proyecto.
La inauguración de Casa Embera
Casa Embera fue inaugurada en 2022 gracias a una alianza con la Alcaldía de Medellín, Reincorporied NFP y Sueños y Huellas del Mañana. Poco a poco se ha convertido en un espacio seguro donde la comunidad Embera puede fortalecer su identidad cultural y transmitir a los mas pequeños su sabiduría ancestral mientras se adaptan a la vida urbana.
“Es cerca de las canchas de fútbol de San Diego donde usualmente llegan a vivir en residencias u hostales los Embera cuando arriban a la ciudad como desplazados. En el primer nivel tenemos programas de refuerzo educativo para para niños sobre artes, deportes, entre otros, y en el segundo nivel tenemos el taller de artesanías donde damos trabajo, pero además ofrecemos asistencia médica y nutricional”, añade Elizabeth.
A los indígenas se les paga por pieza elaborada, la mayoría de las ventas se hacen a Estados Unidos a través de pedidos por internet. El 50% de la ganancia se le da a la artesana y el otro 50% se utiliza para mantener la casa que es autosostenible con este modelo.
“Tenemos tres artesanos que están tiempo completo, y otros que solo contratamos para pedidos grandes, casi siempre son 25 las personas que tienen su sustento diario trabajando en la casa, para muchos este es su primer empleo. Definitivamente esto dignifica al indígena en la ciudad y le permite por ejemplo el acceso a la educación de los hijos”, dice la fundadora.
Para complementar esta oferta, diariamente se dictan talleres de comercio, de salarios justos y desarrollo personal del adulto, a través de módulos que abarcan desde la redacción de currículums hasta la gestión financiera, lo que permite a los adultos Embera integrarse a la fuerza laboral de la ciudad, promoviendo una vida digna y autosuficiente donde su arte se respete.
Además de lo económico, para esta pareja de extranjeros se hace fundamental que los Embera superen las barreras lingüísticas y culturales, de ahí que uno de los programas bandera sea la “asistencia educativa” para todas las edades, iniciativa que ha permitido que los fundadores también aprendan el idioma ancestral.
Un futuro esperanzador
Aunque el ideal sería que esta comunidad pudiese permanecer en sus territorios, Elizabeth y su esposo saben que el principio de realidad denota el crecimiento de este fenómeno de desplazamiento hacia Medellín; y para atender a quienes lleguen y evitar que sean explotados en la ciudad, es necesario fortalecer el proyecto y expandirlo.
Para llegar a más indígenas “Embera Bead Project” busca el apoyo de la comunidad global con quienes se pretende generar sostenibilidad de sus programas mediante donaciones y eventos como la “Fiesta en una Caja”. Cada comprador o donante debe estar convencido de que su ayuda beneficia y mejora las condiciones de vida de los indígenas y asegura la continuidad de los programas.
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“Es un sueño que cuando los indígenas lleguen a Medellín no tengan que luchar en la calle por sobrevivir, ojalá ellos pudieran pagar por sus arriendos y su comida con su trabajo para que vean un futuro con esperanza y oportunidades. Por eso necesitamos que en cada rincón de Colombia y el mundo conozcan en proyecto” puntualiza Elizabeth.
Para ellos no solamente se trata de cambiar vidas, sino también de reformular la percepción sobre las posibilidades de integración cultural y económica de las comunidades indígenas en ambientes urbanos.
Este es un ejemplo de como una iniciativa social puede tener comprensión, respeto por las tradiciones y crear un modelo de coexistencia con la diversidad de Medellín.
Autora: Tatiana Balvin.
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