Cada fin de semana, incluidos los viernes, desde las 7 p.m. hasta las 4 a.m., el excesivo volumen de la música de las discotecas ubicadas en La Playa con Girardot, ensordece a quienes residimos cerca de estas. Es triste que algunos ancianos enfermos de gravedad deban sumar a sus dolencias, la imposibilidad de tener un sueño reparador y tranquilo.
No conformes con el ruido también hacen uso indebido del espacio público, ocupando el andén con mesas y sillas que obligan a los peatones a bajarse a la calle para poder pasar.
Muchos han sido nuestros llamados por ayudas y soluciones a diferentes autoridades, sin embargo, no hemos sido escuchados, y aunque éste es el caso que me afecta directamente, sé que se repite en muchas cuadras con diferentes bares y discotecas.
Me llama la atención que en otros sectores de la ciudad los establecimientos públicos deben cumplir con cierto volumen de la música y se piensa siempre en la calidad de vida de los habitantes aledaños. ¿Por qué en el centro no se hace lo mismo? ¿Acaso los residentes del corazón de la ciudad no tenemos derecho a ser cuidados como el resto de los medellinenses?
Mucho se ha oído hablar sobre repoblar el centro, sobre construir nuevos edificios e invitar a la ciudanía a vivir aquí, ahora me pregunto, ¿aparte de ese afán por traer nuevas personas, por qué no cuidan a quienes ya vivimos aquí?