Por Valentina Castaño
Desde los años sesenta, cada 23 de abril en Colombia se celebra el Día del Bibliotecólogo. La fecha, desconocida para muchos, es fácilmente eclipsada por una celebración más popular que tiene lugar el mismo día, el Día del Libro.
Y si bien parece que la bibliotecología fuera imposible de desligar de los libros, la verdad es que hay un desconocimiento general sobre lo que implica esta profesión y lo valioso de la misma.
“¿Y es que para limpiar libros se necesita estudiar?” “¿Bibliotequé?, ¿desde cuándo eso es una carrera?” Son frases que no les son ajenas a quienes dedican su vida a esta tarea. Por ello, para hacer honor a su celebración, empecemos por entender mejor qué significa ser bibliotecólogo.
¿Qué hace un bibliotecólogo?
En el centro de Medellín hay cerca de diez bibliotecas públicas, algunas tan importantes como la de EPM, la Héctor González Mejía de Comfenalco, la Carlos Mauro Hoyos Jiménez del Concejo, la Casa de la Lectura Infantil o la Biblioteca Central de Comfama Arturo Rodríguez Echavarría.
Para que estos espacios puedan operar sin problemas y atender las necesidades de los cientos de usuarios que los visitan diariamente, hay detrás de ellos todo un equipo de profesionales en diferentes ámbitos, y dentro de ese equipo son indispensables los bibliotecólogos.
Ellos se encargan de fortalecer las técnicas, procesos y herramientas de selección, organización, conservación, divulgación y acceso a la información, todo en pro de facilitar la experiencia a cualquiera que lo necesite.
Incluso para quienes deciden optar por la bibliotecología como camino de vida, a veces las diferentes ramas y pormenores de la profesión también pueden resultarles desconocidos en un comienzo.
Así lo cuenta Diana Guerra, bibliotecóloga de la Universidad de Antioquia. “Hay muchas ramas de la bibliotecología. Yo me imaginaba que era organizar y escoger libros bonitos, y no. La biblioteca como tal es solo una parte de la profesión, hay quienes optan por la rama de la investigación, la informática, programación para hacer un uso más sistemático de la información, muchos sueñan con irse a trabajar a Google, organizar bases de datos y metadatos, todo ese mundo también lo cobija la bibliotecología”.
Diana trabaja actualmente en una de las bibliotecas públicas más especiales que tiene el centro de Medellín, la Casa de la Lectura Infantil de Comfenalco. Ubicada en el interior del edificio que alguna vez fue el hogar de la familia Barrientos, en plena avenida La Playa, este espacio mágico alberga dentro de sus paredes antiguas, pero restauradas, un sinfín de tesoros pensados para despertar la curiosidad en las mentes de pequeños y jóvenes.
Mientras habla con pasión sobre su profesión y su puesto de trabajo, unos niños de etnia emberá entran corriendo hasta casi chocar con ella, le muestran sus manos limpias, la saludan con respeto y le piden un computador, a lo que ella accede. “Antes nunca saludaban, ahora saben que deben hacerlo y lavarse las manos”, explica Diana con una sonrisa. Ese encuentro delata esos momentos en que su trabajo va más allá de la teoría, así como la importancia de su misión.
Otros espacios del centro
La Casa de la Lectura Infantil es solo uno de esos espacios del centro que permiten a cualquiera entrar, sentarse y disfrutar de un buen libro sin pagar nada a cambio. Otras bibliotecas, como la Carlos Mauro Hoyos en el Concejo de Medellín, cuentan con recintos y colecciones aún más especializadas.
Elena Gómez, trabaja en la Carlos Mauro Hoyos y es la única bibliotecóloga del equipo. “Soy coordinadora de la biblioteca y dentro de mis responsabilidades está la compra de material, evaluación de colecciones, análisis de información y otras más como la promoción de lectura, formación de públicos y la atención de visitas guiadas”.
Sobre su profesión como bibliotecóloga cuenta que llegó a ella como casi todos, pensando que se trataba de leer mucho y ya. Sin embargo, sus profesores y experiencias hicieron que fuera cultivando la pasión por el oficio. Para ella, la llegada a la biblioteca del Concejo fue un reto que trajo consigo gran satisfacción.
“El sector público es un gran desafío, pero yo me enamoro mucho de este trabajo porque es un lugar donde lo que tú haces se ve muy fácilmente reflejado en el país que somos. A veces tendemos mucho a criticar que el Estado no hace, pero cuando eres un servidor público y trabajas en una entidad como el Concejo de Medellín pues te das cuenta de que no es el Estado, el Estado soy yo, y lo que yo haga ahí en mi biblioteca finalmente contribuye a apoyar en esa construcción de ciudad y de país”, concluye.
Así pues, pese a que los bibliotecólogos se pueden decantar por diferentes ramas y cumplir distintos papeles dentro de una institución, su trabajo es valioso por igual y merece ser reconocido por sus grandes méritos entre la sociedad.
También puede interesarle: A las mujeres del centro les preocupa la inseguridad