A sus 35 años, este talentoso artista, se define como un espíritu libre.
El apellido, el acento y la pinta lo delatan. Andrés Chizaba viene desde el altiplano cundiboyacense a instalarse en Junín. Piensa quedarse un par de meses haciendo retratos y caricaturas en vivo a los transeúntes.
Aprendió estas técnicas en carboncillo viajando diez años por Suramérica, trayecto que comenzó en Medellín. “Cuando yo llegué acá me pareció la meca de los artistas. Había pintores por todos lados y me enamoré del arte aquí. Hoy volví y ya no hay más de cuatro pintores en el centro. Nos ven como invasores del espacio público y así es muy difícil. Se va a perder una generación de artistas”.
Viene todos los días, menos el domingo, de tres de la tarde hasta que se vaya la gente. Lo busca todo tipo de público. La mayoría para que les haga retratos, algunos prefieren las caricaturas. Cada retrato, en vivo o con una foto, vale 60 mil pesos. Las caricaturas salen en 25 mil.
Lo que más le gusta de trabajar en Junín es que aquí todavía hay un aprecio por el arte. “Lo que no me gusta es que la gente pide mucha rebaja. Salen con que les haga retratos en 10 mil pesos y tampoco”.
Estudió arquitectura en la Nacional de Bogotá, diseñó casas y edificios y construyó la suya. La dejó rentando y se fue a recorrer el continente. Mandó su carta de renuncia mientras viajaba, le avisó a la mamá que se iba a Argentina a hacer una especialización y siguió de largo. Por eso dice que ni pareja tiene y que tampoco le hace falta. Prefiere estar solito a que lo estén molestando. “Lo que más me gusta es viajar a lo mochilero. A donde llego aprecian el arte y ahí descubrí que eso es lo que haré el resto de mi vida. He sido muy feliz. Mi rostro lo dice y mi obra también”, finaliza con seguridad.