Estrictas medidas de bioseguridad se cumplen en la Plaza Minorista para mantener este centro de acopio seguro para sus visitantes.
Por: Valentina Castaño Marín
Fotos: Omar Portela
El súbito cierre de la Minorista el pasado 14 de abril fue un evento traumático para clientes, comerciantes y personal administrativo de la Plaza. Es por esto que, de la mano de autoridades sanitarias y la Alcaldía de Medellín, se comenzó rápidamente una exhaustiva intervención para cumplir con el plan de seguridad trazado después de la suspensión de actividades.
En las dos semanas que la Plaza permaneció cerrada, desde la administración de esta se encargaron de conseguir cuatro firmas diferentes de ingenieros sanitarios y de alimentos que dieran a los comerciantes la capacitación y el acompañamiento necesario para que pudieran adecuar sus locales a los nuevos protocolos.
Buscando evitar posibles errores y para garantizar la seguridad de todos, se decidió que la reactivación se llevaría a cabo de forma parcial: primero frutas y verduras, luego salsamentarías, después granos y abarrotes, carnicerías y finalmente, la semana pasada, volvieron a trabajar las pesqueras y restaurantes. Aún quedan faltando las zonas de herramientas y radios y los almacenes de ropa, cuyo cierre parece que irá hasta el primero de junio.
Se teme un poco a la apertura total puesto que el riesgo del aumento del aforo puede afectar el más importante de todos los protocolos, el distanciamiento social en el interior de la Plaza. Sin embargo, para remediar esto, además de haber ampliado sus pasillos y espacios comunes, la Minorista ha contratado un sistema que permite calcular en tiempo real cuántas personas hay en la Plaza, además permite identificar ágilmente el uso de tapabocas y la temperatura de quien ingresa, procedimientos que de momento deben realizarse de forma manual.
Tanto el personal administrativo como los comerciantes de la Plaza son plenamente conscientes de la necesidad y deber de proteger la salud, por esto sumaron las fuerzas necesarias para que los cambios se hicieran de forma rápida y la ejecución fuera eficaz. La comerciante Sandra Medina, quien ha laborado en la Minorista por 30 años y la conoce en su totalidad, no puede evitar estar sorprendida con todos los cambios que han acontecido en su lugar de trabajo, y lo positivo de muchos de estos:
“Todo el mundo tuvo que hacer su cambio, a los que les faltaba llegaron a pintar, a cortar, a cambiar lo que tuvieran que cambiar. La gente está muy comprometida con el aseo, con que no se riegue el virus, con poder dar un mejor servicio. Todos venimos a las reuniones, nos asesoramos, esto finalmente trae mucho crecimiento. Es muy sorprendente ver a la administración y comerciantes trabajando tan unidos, como un relojito”.
No se debe ignorar que hay situaciones que preocupan profundamente a la administración y de las que todavía falta encargarse. Entre ellas están la necesidad de recuperar la habitual clientela y la imposibilidad que manifiestan los dueños de algunas cafeterías y restaurantes para abrir debido a que, tras más de un mes de cierre, no pueden pagar la asesoría profesional o la correcta adecuación de sus negocios bajo las reglas de sanidad. Todavía queda trabajo por delante, pero hay compromiso de sobra:
“Consideramos que los cambios nos han permitido mejorar. En cuanto a espacio público los pasillos están amplios, los locales se ajustaron a la nueva medida, los limpiaron y sacamos casi 36 toneladas de inservibles. En las dos semanas de cierre hicimos una transformación casi mágica, de alguna manera nos habíamos acostumbrado a esos paisajes de falta de orden. La Plaza va a ser un concepto de salud, pero también seguirá siendo ese ente regulador de precios de la canasta familiar en la ciudad,” concluye Édison Alexander Palacio Cardona, gerente de la Plaza Minorista.