El periodista Fernando Vera habla del centro de Medellín y su relación con esta zona de la ciudad.
Por: Jairo Piedrahita Lopera.
Sentado cómodamente, a la par que se toma un café con crema, Fernando Vera añora el centro que le tocó presenciar durante muchos años de su vida, y aunque es algo crítico con la situación que hoy se vive este sector de Medellín, está confiado porque en algunas zonas se ve un renacer de la cultura bohemia y cultual que siempre lo caracterizó.
Él es uno de los periodistas más destacados del departamento y su trasegar por las calles del centro desde la infancia, hasta los momentos de tertulia con literatos, políticos y artistas, le otorgan el derecho a opinar.
“Tenemos que recuperar el centro de antes, pero falta una voluntad política de muchos sectores”, afirma Fernando, periodista centrado y analítico, con una trayectoria de casi 60 años en diversos medios de comunicación, un amante a la lectura y el cine.
“El centro, otrora, era el lugar donde vivían los más prestigiosos empresarios, políticos y literatos de Medellín, la aristocracia de la sociedad civil”, expresa. “Los Echavarría, los Ángel, los Restrepo Uribe, los Tobón Villegas, los Vallejo Arbeláez, por citar algunos, tenían su casa en el centro, pero empezaron a trasladarse a otros sitios como Prado o incluso Miraflores, dejando así ese vacío de poderes en el centro”, recuerda Vera.
Para él, los dos grandes problemas que enfrenta hoy el centro de la ciudad son los venteros ambulantes y la inseguridad. “Calles como Pichincha, Boyacá, Palacé y Carabobo, entre otras, de facto fueron invadidas y no hay por donde transitar. Pero esto no es nuevo, viene de 30 años atrás, no es cosa de un gobierno de turno, pero los esfuerzos paulatinos que han hecho pasadas administraciones no han fructificado”, dice.
Manteniendo la esencia
El centro, de todas maneras, no pierde su esencia. Es un cúmulo de gente, saberes, sabores y colores. Pese a que cada día se ve más moderno y hay nuevos establecimientos comerciales, aún hay sectores que conservan ese “ambiente de centro” de mediados del siglo XX.
“Hay sitios más agradables que Provenza en el centro de Medellín”, dice sonriente este comunicador mientras sigue tomando su café. “Ese callejón de la nueva sede de Bellas Artes, la que queda por el tranvía, ese pasillo que da a la UCC, es de una belleza, de un romanticismo, de una buena bohemia que invita”.
Destaca también lo que se está haciendo en el Claustro y en la Plazuela de San Ignacio con los festivales gastronómicos, las artesanías, las simultaneas de ajedrez. “El mismo restaurante que hoy tiene el claustro nos lo hubiésemos querido nosotros en nuestro tiempo”, expresa Vera Ángel, quien le hace un reconocimiento también a la Casa Cultural del Tango Homero Manzi, en la calle 48 una cuadra arriba de las Torres de Bomboná, de donde dice que “se mantiene con una actividad curiosa, con grandes espectáculos en vivo, con mucho turista, con tranquilidad, siendo el mejor sitio para escuchar tango en la ciudad”.
Y como buen conocedor del territorio, recientemente publicó un libro titulado “Cofradía para otra canción de Aznavour y otras crónicas”, donde detalla distintos momentos vividos en el centro de Medellín durante los años sesenta y setenta, que para él fueron bastante significativos en el desarrollo cultural y social en esta zona de la capital de la montaña.
En la publicación, en medio de recuerdos y anécdotas, hace un recorrido por muchos de los sitios emblemáticos y retrata en finas descripciones charlas con personajes de la época que, como él, veían al centro como ese bastión del pensamiento medellinense.
Colofón
¿Qué hacer con el centro? Esa es la pregunta que muchos se hacen para recuperar un espacio que pertenece a los medellinenses y por donde sin exagerar, todos hemos pasado al menos una vez en la vida.
Para Fernando Vera Ángel, quien por muchos años vivió y trabajó en la zona, hay que convocar a toda la gente que trabaja, habita y siente el centro, a un encuentro de voluntades, donde se vuelvan a vivir momentos de compartir, con exposiciones itinerantes, donde se pueda encontrar seguridad y donde se puedan tener calles limpias. “Hay mucho esfuerzo, pero está disperso. Hay que armar una agenda conjunta para sembrar una semillita y ver cómo brota en un corto plazo”.
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