Por: Andrea Isabel Lara.
Llega diciembre y con ello la navidad, una época que evoca la unión familiar, compartir con los seres queridos, la alegría y el amor. Es en este mes cuando muchos desempolvan los pesebres y arman las escenas que retratan el nacimiento del niño Jesús dejándose llevar por el espíritu navideño.
Este espíritu que llama a la tradición es sentido por habitantes como Jorge Alberto Yepes, un sacerdote jubilado que, junto a su familia, decora cada diciembre la casona familiar en la que reside desde hace 60 años en Prado Centro, y lo hace como su madre ya fallecida, alguna vez les enseñó.
La costumbre inicia en palabras de Jorge Alberto “desde toda la vida”, pues no recuerda un día en que no se haya decorado de la forma en lo que hacen, incluso en sus días de sacerdote se había vuelto una tradición en las iglesias que laboraba, enseñándole a sus fieles el trabajo artesanal de elaborar las casas que constituyen el pesebre.
El arte de hacer un pesebre
El primer pesebre de la historia fue hecho en 1.223 en Greccio, un pequeño pueblo italiano de la provincia de Rieti, a cargo de San Francisco de Asís, quien representó el nacimiento de Jesús en un lugar entre las colinas, donde dispuso a un niño sobre heno, un buey y un asno, de ahí la base del pesebre que tenemos en la actualidad.
Desde entonces, esta escena se expandió por todo el mundo y ha ido variando de un país a otro, de casa en casa.
Toda representación inicia por algo, en el caso de Jorge Alberto Yepes son las casas, hechas por él mismo en madera, yeso, aserrín, colbón, pintadas a mano y decoradas con algunas plantas naturales y artificiales.
El pesebre, ya con sus casas, se complementa con oficios de la época, un momento o un lugar bíblico, además de un toque único a su puesta en escena del nacimiento de Jesús.
“Cada año voy haciendo una casita, la voy trabajando y se ha ido montando. Desde que éramos niños siempre en la casa el pesebre fue fundamental en el tiempo de navidad”, cuenta Jorge Alberto.
Las figuras que lo complementan han estado en su familia durante años, algunas fueron traídas desde Italia como regalo de algún viaje y otras compradas en el centro.
A este arduo trabajo también se le han sumado sus hermanas con manteles que ellas compran y bordan a mano con hilos escarchados, lentejuelas y bisutería, una tarea que fue heredada de su madre y que se ha mantenido en la familia. Cada detalle cuenta y enriquece esta gran representación.
Visitar el pesebre
En años anteriores, cuando aún había niños en Prado Centro, el pesebre era visitado por las familias y los pequeños participaban de las novenas hechas por el sacerdote y su familia.
Hoy en día solo quedan vecinos mayores en la zona y el pesebre se ha vuelto más un espacio familiar y un homenaje a su madre, sin embargo, quieren volver a compartir lo que tienen con los medellinenses.
Para agendar una visita, se debe comunicar con María Eugenia Yepes, al teléfono 350 7851386, quien lo atenderá y brindará una grata visita en su hogar.
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