Cada día nos sorprendemos más sobre lo resilientes que son los habitantes, comerciantes, empresarios, actores culturales y sociales del centro de Medellín, que con fe y optimismo siguen trabajando desde cada uno de sus roles por mejorar su entorno, generar empleo, ofrecer mejores condiciones de vida y dar entretenimiento y felicidad a miles de personas.
Y sorprende esa resiliencia porque las condiciones de este territorio no han sido las mejores en los últimos años, y a pesar de los esfuerzos que ha hecho esta administración en los primeros nueve meses de 2024, estamos lejos aún de lograr el sueño de un centro seguro, limpio, organizado, con condiciones óptimas para su disfrute.
A diario somos testigos de nuevas apuestas gastronómicas, comerciales, de recreación, educativas, por mencionar tan solo algunas, que no alcanzamos a registrar en nuestro impreso o en los medios digitales, pero que sí están siendo documentadas por un sinnúmero de creadores de contenido que nos muestran lo mejor que tiene el centro, y esperamos que sean muchos más reportes porque estamos convencidos que la comuna 10, con sus 17 barrios, tiene más cosas buenas que malas por contar.
También es cierto que el centro tiene grandes problemas, agravados por la desadministración que padeció Medellín entre 2020 y 2023, pero que son históricos y llevan décadas: inseguridad, contaminación, habitantes de calle, espacio público, los cuales siguen creciendo sin que se vean soluciones de fondo a corto o mediano plazo.
Por ello, y a punto de acabar el primer año de gobierno del alcalde Federico Gutiérrez, muchas personas se preguntan, incluidos nosotros ¿qué futuro tiene el centro de la ciudad si no se mejoran las condiciones de habitabilidad?
Entendemos que los problemas estructurales del centro no se solucionan de un día para otro, pero si deben verse avances en el control a la habitancia de calle, mayor regulación a las ventas informales, mejoramiento de la seguridad (incluyendo mayor iluminación), control al ruido generado por fuentes fijas y móviles, entre otros temas.
Es el momento, entonces, de que la administración pública avance al ritmo que requieren los habitantes y empresarios del centro, con velocidad, con ímpetu, con la celeridad que requiere una zona que está expectante de grandes cambios y mejoras para que el centro vuelva a relucir.