Medellín es una ciudad relativamente joven, de historia reciente, donde es fácil ver cambios enormes en las dinámicas de sus espacios con el pasar de unos pocos años. Es el caso de Provenza, una calle que no destaca por su gran tamaño, ni por arquitectura o paisajes, que hace menos de una década no era conocida por prácticamente nadie y que pasó a ser una de las calles más cool del mundo en 2022 según la revista Time Out.
Hoy Provenza es un destino gastronómico mundial, donde turistas y locales incluso hacen filas por entrar a los establecimientos. Este éxito comercial no es más que el trabajo de empresarios con determinación que lograron consolidar negocios que convirtieron una zona solitaria y poco transitada, en todo un punto icónico de la ciudad.
Pero, ¿qué pasaría si esta misma estrategia se aplicara en Plaza Botero? Es lo que sucede hoy en día con la llegada de marcas lideradas por visionarios que están creyendo en esta zona como un espacio con el potencial para valorizarse como lugar cultural, gastronómico y comercial de la ciudad.
De El Poblado al Centro
El Social es un negocio que nació en Provenza hace más de 50 años. En sus comienzos era una central de acopio lechero, pero con la urbanización del sector, terminó por volverse una típica tienda de barrio de esas que abundan en Medellín.
Para el 2008, Saúl, su dueño, decidió venderla a un grupo de 14 amigos, todos ignacianos, que optaron por conservar el concepto de tienda y elevarlo, dando paso así al concurrido establecimiento que hoy conocemos como El Social, mismo que ya tiene varias sedes en Medellín y que abrirá una nueva en el Museo de Antioquia en marzo de este año.
“El año pasado apareció por un chat grupal una imagen que mostraba un local enorme en el Museo de Antioquia. Como empresarios nos ha gustado ser partícipes del desarrollo de la zona. Nosotros fuimos el primer negocio de Provenza. Fuimos al museo, vimos el local y nos gustó. En parte un poquito el éxito es observar lo que la gente no es capaz de ver, la oportunidad”, comenta Ludwing Chima, gerente de operaciones de El Social.
Motivados por la nueva idea, empezaron a darle forma y de ahí surge El Social Maestro, llamado así en honor al artista Fernando Botero. Un proyecto que quiere integrar lo mejor de la gastronomía colombiana, con el arte y la cultura, todo en el interior del museo de Antioquia.
Sobre la evolución del sector, Ludwing se muestra positivo, “Si llegan buenos compradores (a los locales), empieza a transformarse la zona”.
Pero los miembros del equipo de trabajo de El Social no son los únicos que piensan de esta forma. Juanita Cobollo es directora de la Corporación Provenza y tiene varios restaurantes allí. Su primer contacto con el comercio en Plaza Botero se dio luego de que la administración municipal le solicitara proponer un proyecto de recuperación para este sector, donde se trabajara de una forma semejante a la que se hizo en Provenza.
Y aunque las condiciones no se dieron para ejecutar este proyecto, tanto ella como algunos de sus colegas, vieron el potencial de la Plaza y escogieron apostarle. Así se dio vida a “La Callecita en Botero”, un local que atraviesa de lado a lado el antiguo edificio del correo de Avianca, a un costado de la iglesia de La Veracruz.
“Esto empezó como una idea muy loca en el sentido que, cuando uno le contaba a la gente, nadie creía que se iba a montar un negocio de este tipo en el centro. Pero nosotros dijimos ´ya nos metimos ya debemos ir para adelante´”, comenta Esteban Cobollo, comerciante de El Poblado y sobrino de Juanita.
La Callecita en Botero está compuesta por tres propuestas gastronómicas: BamBam, una de las primeras hamburgueserías de Medellín, el cual pertenecía a los padres de Juanita, La Tasca, de comida española, y Taco, un nuevo proyecto que se enfoca en los sabores mexicanos. Además de las cartas variadas de estos restaurantes, el establecimiento también ofrece menú ejecutivo para facilidad de quienes trabajan en la zona.
Locales tradicionales se reinventan
No solo son los negocios que vienen de otras partes de la ciudad los que llevan de la mano el cambio positivo de Plaza Botero, otros espacios que ya estaban allí también tienen entre sus objetivos aportar y ser parte de la recuperación del sector.
Es el caso del Hotel Nutibara, un sitio en el que de un tiempo para acá se percibe el esfuerzo de su equipo de trabajo por devolverlo a la agenda histórica y cultural de la ciudad. Así, hace tan solo un par de semanas se abrió en su tercer piso el café La Dolce Vita, donde se puede encontrar panadería, repostería, cocteles, un excelente café con la marca de La Manchuria y una buena cerveza con la marca 4S, todo mientras se tiene una vista privilegiada de la Plaza.
“La idea del café surgió hace casi un año, queríamos darle una transformación importante al Hotel con lugares bonitos para que la gente viniera a disfrutar de los espacios y donde pudieran encontrar en el centro un lugar tranquilo, de lectura, donde puedan disfrutar de un buen café en la mañana, tomar- se algo entre amigos en la tarde y en la noche entretenerse con buena música”, comenta Andrés Angarita, gerente del Nutibara.
Sobre el potencial del sector, Angarita opina que “Tenemos que darle al centro otro aliento, otra oportunidad de poder entrar a competir con las otras zonas importantes gastronómicas de la ciudad. Queremos que otros comerciantes se fijen en el centro. Aquí hay un potencial muy grande, este centro histórico está lleno de muchas cosas por conocer y explorar”.
Agrega que “Han venido muchas personas detrás de nosotros queriendo darle un concepto diferente y que vuelva la vida nocturna al centro como existía en los 70s en nuestra ciudad. Es una transformación que por medio del esfuerzo de los empleados será viable. Seguimos trabajando y queremos sacar el centro adelante, darle una nueva luz, un nuevo aire para que a gente se enamore de lo que es este lugar”.
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