Por: Tatiana Balvín
En 100% ha aumentado la informalidad en Medellín, un fenómeno que ya afecta la movilidad, el espacio público y también las ventas de los negocios formales. La ciudad pasó de tener 17.000 venteros informales en 2017 a 35.000 en 2022, una cifra que preocupa a académicos, consultores y empresarios.
Si bien Medellín es una de las ciudades con menor porcentaje de informalidad según la última encuesta del Dane, que denotó que de los 1,77 millones de ocupados de la ciudad, 710.000 eran informales (40%), mientras que 1,06 millones eran trabajadores formales (60%), la estadística sigue siendo preocupante por la vulnerabilidad de quienes ejercen trabajo de esta manera.
Sin embargo, hay alternativas para disminuirla y los académicos, dirigentes y empresarios que han estudiado el tema, coinciden en que el trabajo informal es aquel que no cuenta con acceso a una red de protección social, en materia de salud, compensación y acercamiento a ciertas rutas que permitan recibir beneficios.
“El salario mínimo está muy cerca al consumo promedio, eso hace que el círculo vicioso se repita. Por eso necesitamos incluir políticas públicas nacionales que quieran hacerle frente a la problemática porque las locales son muy limitadas”, dice Sergio Tobón Ospina, jefe del Programa de Economía de la Universidad de Medellín, quien adiciona que la informalidad es muy peligrosa pues el 78% de las personas que están en ella viven en situación de pobreza y no tienen formas de salir de ella.
Adiciona el académico que se hace necesario tener incentivos que lleven a una mayor formalidad y beneficios para las empresas que generen empleo. En esto también coincide el líder gremial Rubén Augusto Valencia Sánchez, director de Competitividad de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, quien adiciona que no todos los que están en la informalidad están pasando afugias económicas. “Cuando una sociedad no ofrece suficientes empleos, la gente tiene que subsistir de alguna forma y comienzan a transportar personas, o a hacer comidas afuera de la casa y nunca ven la necesidad de formalizarse. ¿Qué hay que hacer? generar programas que le expliquen a esas personas los beneficios”, reafirma Valencia.
El fenómeno es un reto para todo el país, Colombia es el último en el listado de informalidad de la OCDE, con un 73.3% de informalidad, la mayoría ubicados en los sectores de agricultura y comercio.
“No es un tema sólo de las ciudades, en el sector rural se ve mucho la informalidad al no estar tecnificados. Las personas trabajan por un jornal diario y nunca tienen acceso al tema prestacional, este es un foco que atacar y esto se hace con pedagogía, así como se tiene que hacer en las ciudades” dice Claudia Bustamante Ortiz, economista y consultora.
Coincidieron los expertos en el Foro: Alternativas para disminuir la informalidad en Medellín, organizado por Corpocentro, que debido a la baja información sobre los beneficios de la formalidad, hay un déficit de empleados en las factorías y comercios en Medellín, lo que está siendo un impedimento en la búsqueda de mayor desarrollo.
“El 82% de la informalidad es de personas que tienen hasta básica primaria y después de la pandemia las dinámicas cambiaron, hay cada vez más personas que quieren manejar sus tiempos, por eso en la formalidad también hay que ser flexibles” acota Bustamante Ortíz la consultora experta en temas económicos.
Uno de los sectores más afectados es el textil: “no encuentran trabajadores y dejan de producir y de exportar porque no tienen con quien, lo mismo ocurre con el sector metalmecánico. Lo que hay que hacer es generar incentivos para que a los trabajadores les salga estar formales. Parecemos en dos países, uno donde la gente prerfiere estar desempleado y recibir un subsidio y otro en el que las empresas no tienen empleados y dejan de producir”, agrega el líder gremial de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia.
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