Por Rubén Darío Tobón Gómez
Soy un pequeño empresario, de estrato 4; un empresario de los que comenzó haciendo todos los oficios porque yo mismo era la empresa, y con el tiempo, el esfuerzo y obviamente buena fortuna, logramos construir una linda empresa, con el apoyo de gente comprometida y positiva que se levanta a trabajar y cumplir, y no a exigir sin merecer, y a cambio muchos han podido recoger frutos con nosotros y vivir alegrías incontables como la familia de trabajo que somos.
Cada vez hacer empresa es más difícil por el exceso de impuestos y cargas absurdas que incentivan la informalidad del país, y que no permiten que muchas personas entren al sistema de salud ni al pensional.
Un ejemplo claro está en que cuando uno quiere apoyar a sus empleados con un
subsidio para vivienda o un apoyo puntual por calamidad, y que se hace posible en los buenos
momentos y no siempre, hay que pagar un 50% de prestaciones, y la verdad para ejemplificar con
ayudas para vivienda, nunca he visto que un ladrillo se jubile o vaya al médico. Esos absurdos
frenan ese deseo de muchos empresarios que quieren ayudar.
Si ahora como nunca siguen llegando grandes inversiones extranjeras a Colombia, es porque el
mundo nos ve con muy buenos ojos y esperanza, por eso nosotros nos la tenemos que creer y no
desfallecer en el empeño de un mejor rumbo, porque incluso con dificultades y errores hemos
venido construyendo. Hay que leer estadísticas y no dejarse convencer de mensajes de redes
irresponsables, que repiten una mentira varias veces y la vuelven verdad. Colombia va mejorando
y con esfuerzo y decisiones correctas podrá seguir haciéndolo.
Propongo a todos los empresarios del país, y en especial a los medianos y pequeños, que somos la
mayoría del empleo del país, que sigamos trabajando con ganas, para seguir generando empleo,
ese que dignifica y crea movimiento económico; lo que no hace tanto subsidio que desestimula al
que madruga a esforzarse. Es necesario también que se exija algo a cambio de dichos subsidios:
trabajo social, buenas notas académicas, entre otras.
Hemos sido un país resiliente que se acuesta con tragedias, pero se levanta al otro día con ganas
de seguir para adelante. Depongamos el orgullo mal entendido, acerquémonos en las diferencias
y pidamos a la clase política y dirigente del país, que no sea inferior al reto de trabajar por una
Colombia mejor. Construyamos sobre lo construido sin destruir lo bueno que hemos venido
haciendo. ¡Nos toca, y es ahora o nunca!
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Felicitaciones !!! personas como usted es las que necesita nuestro país con sentido patriótico.