Aquí todos sabemos de todo. Para todo tenemos una opinión y pontificamos sobre cualquier tema con una seguridad que no deja sombra de dudas. Si nos consultaran la opinión el mundo sería un paraíso.
El derecho a decir lo que pensamos se ha desdibujado. Es una caricatura matizada por la verborrea y la necedad. La cancioncita de “Toda opinión es respetable” se pone a prueba con lo que hay que escuchar y leer. Uno de los trinos más certeros que haya leído dice “internet es la prueba de que el problema no estaba en el acceso al conocimiento, la información y la cultura”. La gran paradoja es que hoy, cuando más fácil es aprender, saber de mucho, enterarse de todo, no sabemos nada. Tenemos la cabeza llena de aire porque todo nos pasa por un lado. Nos quedamos con el titular y con eso tenemos para elaborar discusiones y tratados de horas en las que decimos mucho y no decimos nada, al mejor estilo de Cantinflas.
A raíz de la reciente eliminación de nuestro equipo nacional de fútbol, que no irá al Mundial de Qatar (me resisto a escribir Catar, gracias por su comprensión), de la nada aparecimos cincuenta millones de técnicos que tenemos cincuenta millones de formas de parar el equipo para que sea campeón del mundo. Nosotros hubiéramos alineado al uno y sacado al otro, nuestra sabiduría de años viendo partidos por TV, jugando Fifa Soccer en el Play, llenando el álbum de Panini y corriendo en cotejos de solteros contra casados nos hubiera dictado que por la punta derecha iba mejor fulano y por izquierda perano y que lo mejor era una formación 3-5-2 o 2-3-5 para mayor agresividad. Con esa estrategia le hubiéramos ganado al propio Brasil en el Maracaná. Es que no nos explicamos como Reynaldo Rueda no vio esa claridad nuestra para ponernos en la Copa del Mundo. El colmo que se desperdicie así nuestra infinita sabiduría.
En la ceremonia de los Oscar, Will Smith se salió de la ropa y le propinó sonora bofetada a su colega Chris Rock ante millones de telespectadores en todo el mundo. Todo por un destemplado chascarrillo sobre el aspecto de la señora de Smith. Nosotros, claro, teníamos una opinión al respecto, ni más faltaba. Como expertos en sicología de las emociones con máster en el comportamiento humano, dictaminamos que lo que el bueno de Will tuvo fue un lapsus comportamental que lo obligó a reaccionar de manera primaria sin medir sus sentimientos. Nosotros, un derroche de inteligencia emocional y autocontrol, nos hubiéramos comportado de manera muy modosita, simplemente habríamos tomado de la mano a nuestra pareja y permaneceríamos serios, redactando una carta de protesta en nota de estilo y en una esquela perfumada, quejándonos por el impertinente comportamiento del ofensor. No más hay que vernos en la vida diaria, nunca alzamos la voz ni madreamos al que se nos mete en la fila ni retamos a duelo al que se nos atraviesa en el carro. No, eso es para actores de quinta que no saben comportarse ante nimiedades y rencillas inocuas. Por eso, lleve su diagnóstico, y gratis. Antes agradezca.
Nosotros, Summa Cum Laude en aviación, manejo de las emergencias y logística en el transporte, no nos explicamos cómo pudo estar un avión detenido durante 14 horas en la pista de un aeropuerto después de pasar por una situación con su tren de aterrizaje. Ah, claro. Es que no nos llamaron a consultas para encontrar la solución más lógica. Si es que la teníamos a la mano, ahí en la punta de la lengua. Es más, en los grupos de Whatsapp y redes sociales tuvimos la generosidad de compartirla con nuestra ávida audiencia: ese aparato lo debieron aterrizar en una manguita al lado, o ponerle espuma a la pista para que no la dañara con ese palo sin llanta, o aterrizarlo con el tren sobre el platón de una camioneta en movimiento porque eso lo vimos en un comercial hace unos años y eso fue verdad porque a nosotros nadie nos engaña. Y otra cosita, a los aviones les deberían poner un patín para cuando se les daña una llanta y así puedan resolver mejor las emergencias. Es que es increíble pues, casi 120 años de aviación y nadie sino nosotros lo habíamos descubierto. Muy regularcito. Pero ahí les dejamos la solución.
A un roquero que murió “en extrañas circunstancias” le encontraron “más de diez sustancias en el cuerpo”. Como somos doctores máster PhD en toxicología, emitimos nuestra propia interpretación de los hechos basados en nuestra amplísima experiencia tratando toda suerte de casos, lo que nos lleva a emitir juicios a la distancia con toda precisión y concluir así que el señor se murió porque era un drogadicto irredimible y tuvo una sobredosis de todo lo imaginable. A nosotros, claro está, jamás nos hubiera sucedido ningún accidente cerebrovascular o algún tema cardiaco porque no usamos drogas. Es así de sabio y sencillo.
Finalmente, estamos esperando el llamado de la Onu, la Otan, la Oea y hasta la Sijin para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania, el cual tenemos claro en sus causas y efectos, sabemos quién es culpable y exigimos desde la comodidad de nuestra pantalla que se nos tenga en cuenta el cúmulo de soluciones que planteamos. Y así con Venezuela y así con China y así con Estados Unidos y con cualquier guerra o conflicto. Nuestra experticia en relaciones internacionales y manejo de crisis va más allá de cualquier entendimiento.
Ah, sí. Debe ser eso, que nadie nos entiende porque nuestra capacidad de análisis es superior al del ser humano promedio. Claro.
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