Hace algunos días comenzó a regir el nuevo pico y placa en toda el área metropolitana, una medida que era pedida a gritos por todos los actores de la movilidad en vista de las dificultades para transitar que se presentan en gran parte de nuestro territorio.
Si bien en la primera semana de pico y placa se ven cambios positivos, esta restricción es tan solo un paño de agua tibia para la magnitud del problema que tiene un territorio con más de un millón y medio de vehículos.
En este sentido, las autoridades de Medellín han empezado a hacer anuncios sobre otras opciones que se estudian para endurecer las medidas y generar nuevos gravámenes a la circulación de vehículos y motocicletas, entre ellas el cobro por congestión, que bien sea dicho, se acaba de implementar en la ciudad de Bogotá.
Para el caso del centro, se escuchan voces que piden generar peajes urbanos, cobros más altos por uso de parqueaderos públicos, e incluso, impedir el ingreso de vehículos de antigüedad superior a los diez años. Nada más incoherente con la necesidad de promover la reactivación económica, la llegada de nuevos habitantes al territorio y hacer de este un sector competitivo.
No es la comuna 10 la única con graves problemas de movilidad. También los tienen la 11 (Laureles – Estadio), la 14 (El Poblado) o la 16 (Belén), y debido a las obras de infraestructura, algunos sectores de la 12 (La América) y la 15 (Guayabal). En resumen, casi media ciudad.
Visto de esta manera, no puede seguir siendo la comuna 10, o el centro de la ciudad, el conejillo de indias para la ejecución de nuevas medidas restrictivas a la movilidad, pues los habitantes, empresarios y visitantes de este territorio tienen los mismos derechos de quienes viven o trabajan en cualquiera de los cuatro puntos cardinales.
Se requiere, eso sí, que la autoridad actúe con mayor exigencia ante las innumerables infracciones que se cometen a diario: mal parqueo, obstrucción de la vía pública por ventas informales, circulación de motos por zonas peatonales, acopios ilegales, por mencionar solo algunas que generan caos en la movilidad.
También, reiteramos como lo hemos hecho en ediciones anteriores, que se requiere con urgencia reorganizar el transporte público, generar más espacios para las bicicletas, garantizar la circulación segura de peatones por los andenes y fortalecer el sistema masivo (Metro, Metroplús, Tranvía), para que, de esta manera, sea atractivo para los ciudadanos bajarse del carro o la moto. No es al contrario, o como lo han querido hacer las administraciones municipales, generar más restricciones para obligar a las personas a que tengan que tomar el transporte público, sin que se hagan mejoras a este y sin garantizar más comodidad y seguridad.
Ahora bien, la implementación de la Zona Urbana de Aire Protegido, que entró en funcionamiento hace unos meses, deberá tener en cuenta estas consideraciones, porque es cierto que el centro está más contaminado que el resto de la ciudad, pero gran parte de dicha problemática está dada por el desorden actual, la falta de controles a los indisciplinados y la permisividad a un transporte público que contamina día y noche con el famoso “bus arriero” que emite partículas permanentemente, las cuales enferman a quienes trabajan o viven en las zonas de influencia de los paraderos asignados a las diferentes rutas.
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Mientras no haya disciplina y los conductores, peatones, usuarios del espacio público, respeten las normas, ni exista autoridad alguna que las haga cumplir, cualquier nueva norma será un “saludo a la bandera”.