Cuando el desempleo es una problemática que amenaza constantemente, los ciudadanos de Medellín apelan al ingenio para idearse formas de conseguir su sustento, en este caso, lavadoras alquiladas.
Por: Valentina Castaño
Los postes grises del centro de Medellín cuentan historias, su cemento liso se vuelve la cartelera perfecta para promocionar todo tipo de servicios. Se les ofrece a los transeúntes desde lecturas de tarot y amarres, hasta arreglo de ropa y zapatos. Sin embargo, entre esta variedad de papeles coloridos, hay uno que se repite con frecuencia “Alquiler de lavadoras a domicilio”.
Este, para algunos un oficio extraño, es normal en Medellín, y más ciudadanos acceden a él de lo que podría pensarse.
¿Cómo funciona el negocio?
Cada día de la semana, sin importar si es domingo o martes, Luis Alfredo Petro Doria se levanta antes que el sol para arreglarse y salir de su casa en el barrio Boston a trabajar.
Desde hace casi nueve años se dedica al alquiler de lavadoras a domicilio, y a sus clientes no les gusta esperar; lo apresuran por teléfono con ganas de que les llegue su servicio temprano en la mañana.
“Este negocio es como un restaurante, todos quieren comer a la misma hora. Algunos las piden incluso para antes de las 8:00 a.m., pero no siempre se puede porque a veces se quedan prestadas desde el día anterior y primero me toca ir a recogerlas antes de poder repartirlas”, cuenta el hombre mientras descarga desde una parrilla en la parte trasera de su moto, una lavadora blanca.
Luis no cobra por el domicilio o por la instalación, lo hace por horas y maneja los mismos precios que todos en la zona. El valor varía dependiendo del tiempo que se alquile, desde los seis mil pesos por tres horas, hasta doce mil si es desde las 8 a.m. hasta las 5 p.m., o diez mil si el cliente requiere la lavadora durante toda la noche.
“En el momento tengo doce lavadoras, hace poco recibí dos nuevas, soy yo quien siempre las reparte, excepto una que otra vez que le pago a alguien para que haga el recorrido y poder descansar”, explica.
Aunque doce lavadoras suene a mucha cantidad para tener en casa, quienes se dedican a este negocio suelen ahorrarse los costos de una bodega almacenándolas en su propia vivienda, lo que resulta conveniente teniendo en cuenta que estas pasan la mayor parte del tiempo afuera, alquiladas.
También con el fin de disminuir costos, cada 6 o 7 meses, cuando las lavadoras comienzan a fallar, se cambian los repuestos, extendiendo su vida útil hasta por 4 o 5 años.
¿Es rentable?
Parece increíble que por menos de 10 mil pesos se pueda acceder a un servicio que incluye domicilio e instalación, sin embargo, y aunque se viera tentado, Luis Alfredo no puede elevar sus tarifas
“Hay mucha competencia y aunque para todos hay, se manejan siempre los mismos precios, entonces a uno le toca igualarse”, comenta.
En una ciudad como Medellín, donde al menos el 40% de la población tiene trabajo informal, nos resulta cotidiano toparnos con curiosas formas de “rebusque”, que no son más que la expresión de una economía aún lejos de formalizarse.
Estas iniciativas “ingeniosas” se nutren por las dificultades económicas que muchas familias tienen como consecuencia de la falta de empleo estable.
Luis Alfredo Petro hace entrega personalizada de las lavadoras a todos sus clientes, dando solución a una problemática que tienen muchas familias del centro de Medellín.
¿Qué piensan los clientes?
Sin duda, este servicio de bajo costo representa una gran ayuda para los habitantes de los barrios de Medellín, particularmente en el centro, donde abundan los inquilinatos y las viviendas compartidas, lugares que limitan la tenencia de bienes a sus residentes.
Janneth Grisales vive con su hija en una pensión del barrio San Benito, un mes atrás tuvo que dejar por obligación la vivienda de su madre y se marchó con poco.
“En el momento estoy tratando de ahorrar para comprar electrodomésticos y no tener que depender tanto de la amiga o el vecino, pero primero que la lavadora está la nevera, entonces saber que puedo alquilarla cuando la necesito es una bendición”, expresa.
El precio de una lavadora en Colombia no baja de un millón de pesos, lo que dificulta para muchos el acceso a este producto y explica en parte la razón del amplio público interesado en su alquiler.
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De hecho, lo conveniente del servicio lo hace atractivo a todos los grupos poblacionales. Camilo tiene 36 años, es fotógrafo y vive solo en un apartamento en Prado.
Sobre el alquiler de lavadoras cuenta que “hace dos meses me cambié de vivienda, dejé atrás mi lavadora porque estaba muy vieja. Llevo diciendo hace rato que voy a conseguir otra, pero sabiendo que puedo alquilar una todo un día por tan poquito, se me quitan las ganas de comprar.”
Lejos de encontrarse olvidado o en extinción, el alquiler de lavadoras está vigente y en su auge, y continuará haciendo parte de esa lista de oficios que, uno creería, no se ven en cualquier lugar.
En que numero se puede contactar… Gracias !