Por: Valentina Castaño
“¡Los estoy regalando! ¡20 tomates de árbol por 2 mil pesos!”
“¡Aguacates de un kilo a 2 mil! ¡Aguacates de un kilo!”
Desde que el cielo comienza a aclarar sobre Medellín, la frescura que deja la noche en las calles del centro es reemplazada paulatinamente por el ruido de voces, motores y mensajes cruzados que anuncian a máximo volumen productos de toda clase.
A esta estrategia de venta con altoparlantes se le conoce como perifoneo y podría decirse que es la versión actual del pregoneo, la práctica ancestral de comunicar mensajes importantes en voz alta ante el pueblo. Su razón de ser es que funciona como un medio directo para llegarle a un público amplio.
Sin embargo, su aporte a la contaminación sonora y las quejas de la ciudadanía por tal motivo, han puesto al perifoneo bajo el radar de las autoridades ambientales, quienes han comenzado a implementar estrategias de sensibilización y sanciones a los infractores.
Así lo cuenta Yomar Benítez, subsecretario de Espacio Público. “El espacio público debe ser para la convivencia, donde los diferentes factores permitan la interacción ciudadana. En ese sentido el perifoneo afecta, tanto esta dimensión como la ambiental, por la constante contaminación auditiva. Es una preocupación institucional que viene de vieja data y que creemos que hay que combatir, no solo con estrategias de autoridad, sino también acuerdos de cultura ciudadana.”
¿Contaminación sonora?
Se llama de esta forma al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una zona determinada. A largo plazo genera estrés, insomnio, ansiedad y baja productividad en las personas que están expuestas a estos altos niveles de ruido.
“El instrumento de medida que se utiliza para cualquier magnitud de un campo sonoro o nivel de ruido, se llama sonómetro. Es un instrumento de medición acústica que utiliza como unidad de medida el decibel. Este nos permite conocer el ruido al que estamos expuestos y saber si este está dentro de los límites permitidos por la normatividad vigente.”, explica Carlos Gutiérrez Bustamante, subsecretario de Gobierno Local y Convivencia.
Existen diferentes marcos normativos que regulan las emisiones de ruido en la ciudad. La resolución 0627 de 2006, por ejemplo, establece la norma nacional de emisión de ruido y ruido ambiental; en ella se explica que, en una zona destinada al desarrollo habitacional, los decibeles emitidos no deberían superar los 65 en horario diurno (7 a.m. a 9 p.m.) y 55 en horario nocturno (9 p.m. a 7 a.m.).
Sin embargo, durante todo el mes pasado, la estación de monitoreo de ruido ubicada en inmediaciones del Museo de Antioquia, una de las siete que hay en el valle de aburrá, mostró niveles que excedían por mucho la regla.
Testimonio
Antonio camina despacio empujando una carreta verde por la Carrera Bolívar, aun así, de San Antonio a Parque Berrío demora poco y no hace paradas, allí se instala a vender su fruta en silencio. Si le hubieran visto hace unos meses, el escenario no habría sido el mismo.
“Yo sí usaba megáfono, y creo que se logran más clientes con él. Pero eso afecta a la convivencia de las personas y Espacio Público lo prohíbe. Se arriesga uno a que le quiten el aparato como me pasó a mí en diciembre, y si es alquilado toca pagar entre 300 y 400 mil que cuesta”, dice el hombre mientras refresca melocotones y ciruelas con un atomizador. Sus palabras dejan entrever que le han tocado, tanto campañas de sensibilización, como intervenciones policiales.
De acuerdo con datos suministrados por los vendedores en la calle, los megáfonos los alquilan a 7 mil pesos al día, las carretas a 8 mil, e incluso la mercancía se fía a precios altos a aquellos que no tienen para comprar la propia. En caso de decomiso por parte de las autoridades, debe responderse por todo, pues no hay un seguro que los cubra. Esta tercerización del empleo es una de las principales preocupaciones de las autoridades.
“Algunos ‘ventajosos’ que tienen capital utilizan a personas vulnerables para hacer la distribución de sus mercancías con carretas y perifoneo.”, expresó el subsecretario Benítez.
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¿Qué se está haciendo?
Espacio Público realiza a diario operativos para controlar el perifoneo en el centro de Medellín. Muchas de las actividades son sensibilizaciones, se entrega una especie de llamado de atención por escrito para identificar a quienes son los infractores frecuentes.
Así mismo, en diciembre del 2020, se realizó una campaña pedagógica que permitió disminuir la incidencia del perifoneo, sin embargo, el problema se mantiene. Es por esto que el Alcalde de Medellín, Daniel Quintero, instruyó la construcción de un plan específico que enfatiza en los temas de control de esta práctica en el centro, con el fin de lograr mejores resultados, el cual será aplicado en lo que resta de su periodo de gobierno.
De esta manera, se espera que en los próximos meses empiecen a verse los cambios en este sentido con la disminución de ruido y perifoneo en la ciudad.
Esperamos que también tomen estás medidas en los barrios.
Vivo en un rascacielos en Ayacucho y el sonido viaja hacia arriba y luego resuena desde el cañón de los edificios. Por las tardes entre las 4 y las 8 pm es constante. Cuando compro mi fruta en la calle, solo compro a los vendedores sin los micrófonos, y si hablara mejor español, les diría a los vendedores con los micrófonos la razón por la que no les compraré. Agradezco a Daniel Quintero por quedarse con este tema y crear un plan.