La pirámide invertida de la movilidad de la que nos vienen hablando ya hace un par de años, y que busca privilegiar a los peatones y a las personas que utilizan medios alternativos o transporte público para movilizarse, cada vez toma más fuerza en Medellín. A la iniciativa se han sumado no solo ciudadanos convencidos de la necesidad de cambiar su forma de moverse, sino que también lo han aprovechado empresas que han sido creadas para acercar de manera sostenible a quienes no requieren desplazarse grandes distancias.
En consecuencia, cada día es más común ver personas circulando en bicicletas y patinetas, ya sea por ciclorrutas, calles barriales o grandes avenidas de la ciudad, compartiendo el espacio con vehículos, motocicletas, buses, camiones y hasta carretillas. En ello ha habido un gran aporte de EnCicla, el sistema público de bicicletas, que ya alcanza cerca de 80 estaciones en el área metropolitana. Igualmente, las empresas privadas que han puesto al servicio patinetas y bicicletas eléctricas, especialmente en las comunas 11 y 14, que corresponden a Laureles-Estadio y El Poblado.
Las últimas medidas de alerta ambiental decretadas por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, como autoridad en el tema, han endurecido restricciones como el pico y placa para mitigar las afectaciones a la salud que genera la alta contaminación de la región. Sumado a ello, se viene estudiando la mejor manera de implementar algunas ZUAP (zonas urbanas de aire protegido), una de las cuales estará ubicada en el centro de la ciudad.
Estas situaciones han hecho que muchas personas desempolven sus “caballitos de acero” para atreverse a desafiar las calles y poner su granito de arena al mejoramiento de las condiciones ambientales.
En el caso concreto del centro, que es la zona en la que la administración municipal tiene el ojo puesto para implementar medidas más restrictivas al transporte particular como los cobros por congestión o peajes, estos últimos desmentidos por el secretario de movilidad Carlos Cadena en nuestra edición de febrero de 2020, es donde tal vez están menos dadas las condiciones para movilizarse en bicicleta. Las pocas ciclorrutas existentes están invadidas por vendedores informales, peatones o vehículos mal estacionados, la conexión entre estas no es adecuada y los metros construidos son mínimos. Además, la cantidad de rutas de buses que recorren el centro, el poco respeto hacia el ciclista y el desorden en las vías, hacen que transitar en bicicleta sea un deporte de alto riesgo en el sector.
Por ello, consideramos que antes de continuar la transformación del centro disminuyendo carriles para el transporte motorizado, o implementando nuevas medidas restrictivas a los vehículos o motocicletas, se debe actuar en mejorar las condiciones para que los ciudadanos encuentren atractivo usar modos más eficientes de transporte. Además, llevar a cabo campañas de largo aliento para que todos los actores de la vía se respeten y generar mayores y mejores espacios para la ecomovilidad, para que por decisión propia un ciudadano decida cambiar su forma de transportarse.