Desalojos y aniversarios se contraponen en la escena teatral del centro de Medellín. Mientras el Ateneo celebra sus 25 años, el Trueque sufre la pérdida de su sede.
Por Valentina Castaño Marín
El ánimo festivo habitual dentro del teatro El Trueque, ubicado sobre la carrera 40 a un costado del teatro Pablo Tobon Uribe, se ha visto ensombrecido por una noticia que preocupa a toda la comunidad escénica de la ciudad: la casa que daba hogar al colectivo, fue vendida de manera urgente por la familia a quien pertenecía históricamente. Este espacio había funcionado por 39 años como estancia para el arte y la cultura, albergando en el pasado a otros grupos como Pequeño Teatro y Exfanfarria Teatro.
Aunque los dueños de la propiedad ya habían mencionado a Felix Londoño, director del colectivo, la necesidad económica que tenían, El Trueque no tuvo tiempo suficiente para acceder al incentivo monetario de la Ley de Espectáculos Públicos (ver cuadro) que necesitaba para adquirir el inmueble de forma permanente. Antes de completar el proceso, y sin mayor preámbulo, la familia entregó la casa a un parqueadero vecino, el cual la pagó de contado para ampliar su terreno y construir celdas de estacionamiento.
“Nos dieron hasta noviembre para desalojar. Es muy triste, no solo por el hecho de tener que irnos, sino por la relevancia que ha tenido el punto como un referente de teatro por 39 años, la gente reconoce el espacio incluso antes que el nombre, es un símbolo para el centro y la ciudad en general”, comenta con pesadumbre Alejandro Vásquez, actor del teatro El Trueque.
La situación no es un caso aislado, perder predios ya adaptados para las artes escénicas ha sido un fenómeno recurrente entre los grupos teatrales de la ciudad. Si bien el Estado ha intentado crear políticas que apoyen y fomenten la permanencia de estos espacios culturales, a veces los protocolos para acceder a las ayudas e incentivos no son los más eficientes, y terminan por jugar un papel negativo en el objetivo de ayudar al bienestar de los grupos escénicos.
Aunque el teatro tiene un rol fundamental en la vitalidad de la ciudad, es aún una actividad por la que hay que jugársela sin demasiadas garantías.
Sentimientos encontrados entre amantes del teatro. Mientras El Trueque debe buscar una nueva sede, El Ateneo celebra sus 25 años.
“Vamos a continuar con el quehacer teatral, pero nos enfrentamos a unos problemas difíciles. Primero está el encontrar una nueva casa y adaptarla, lo que acarrea unos costos bastante altos. Segundo, es perder el proceso de salas concertadas del país. Un dinero anual que se da para el funcionamiento de las casas teatro. Para adquirir este dinero hay que pasar por lo menos dos años instalados y funcionando en un mismo lugar, sin esto tampoco se puede acceder a la Ley de Espectáculos Publicos. Que se pierda la concertación es quizá lo que nos tiene más tristes”, continua Vásquez.
Por ahora la función continuará sin ajustes, al menos hasta noviembre cuando El Trueque deba trasladarse. Aunque el grupo está firme y sabe que disolverse no es opción, la incertidumbre trae consigo preocupaciones que no deberían compaginar con el mundo del arte.
Aunque este lamentable hecho tiene conmocionado el sector de artes escénicas de Medellín, no todas son malas noticias.
El Ateneo celebra sus 25 años
La Corporación Ateneo Porfirio Barba Jacob llega a su aniversario número 25. Sus orígenes se remontan a 1994, cuando un grupo de jóvenes profesionales, después de haberse desempeñado con sumo éxito como equipo base en la realización del 1er Festival Nacional de Teatro, tuvo el sueño de crear una entidad de gestión cultural en un país que apenas comenzaba a incorporar las políticas culturales contempladas por primera vez en la constitución de 1991.
“Nos llamamos Ateneo porque es el nombre de un templo donde se celebra la sabiduría en Grecia. Empezamos como una productora cultural, esto era absolutamente raro en Medellín porque las entidades culturales o eran grupos de artistas, o eran corporaciones que se creaban específicamente para algo. Pero algo así como una entidad que se asumiera a sí misma como gestora cultural, era casi un sacrilegio entonces. Los colegas no nos recibieron bien, creían que íbamos a ser los mercachifles de la cultura´, recuerda con rostro alegre Néstor López, director de la Corporación.
Como es de esperarse, los tropiezos al comienzo fueron muchos, a tan solo un año de su creación y sin una buena sede fija, los jóvenes vieron cercana la necesidad de dejar morir sus ilusiones. Fue entonces cuando lograron convertirse en gestores, en arriendo, del Teatro Porfirio Barba Jacob, ubicado en el corazón de las Torres de Bomboná.
24 años más tarde, su trayectoria va desde el apoyo a la escena rockera de la ciudad, abriendo sus puertas a bandas de rock, punk y metal; pasando por la gestión de espacios y semilleros para el desarrollo intelectual, a los cuales han traído personajes de tal renombre como Savater, Castells y Touraine; e incluso la creación en el año 2005 de su propio grupo creativo de planta, llamado Laboratorio Escénico Ateneo.
El colectivo es sinónimo de persistencia y dinamismo. Este último, según su director, es lo que les ha permitido mantenerse en el tiempo, superando las barreras que han acabado con la vida de otros teatros en el centro.
“Es como con el monocultivo, ninguna empresa puede quedarse vendiendo un solo producto. Siempre va a ser complejo monetizar el arte, pero la charla en torno a las estrategias que debe tener la empresa cultural es necesaria e importante. El multiempleo y la pluriactividad cultural son fundamentales y hacen de la permanencia en escena algo posible”, concluye López.
La celebración oficial del aniversario del teatro Porfirio Barba Jacob se hará el 29 de julio, en concordancia con el nacimiento del poeta Porfirio Barba Jacob.
El Trueque no tiene aún pensado cuál será su próxima sede, aunque espera conseguir una para final de este año.
Ley de Espectáculos Públicos
La Ley 1493 del 26 de diciembre de 2011, tiene como función formalizar y fortalecer el sector de los espectáculos públicos de las artes escénicas en Colombia. Grava con 10% las boletas del país y los derechos de asistencia con un precio igual o superior a 3 UVT (unidad de valor tributario). El dinero es recaudado por el Ministerio de Cultura, quien finalmente se encarga de su disposición.