Incendios, inundaciones y avalanchas humanas se cuentan entre los principales riesgos que vive nuestra comuna 10. Avances y retos de cara a tales amenazas.
Por Alexander Barajas
El tamaño de la sola afluencia diaria de visitantes a las calles del centro hace pensar en el impacto que aquí tendría cualquier evento catastrófico o de emergencia. Pero no es la única variable a considerar, pues las condiciones físicas del territorio y las malas prácticas sociales complican el panorama.
Dentro del Plan Municipal de Gestión de Riesgo de Desastres de Medellín (2015-2030), la comuna 10 se encuentra conformando la Zona 3, junto con las comunas 8 (Villa Hermosa) y 9 (Buenos Aires). En esa guía se dice que dicho territorio representa “un escenario multi-amenaza muy crítico”, aquejado por “antecedentes históricos de emergencia, fragilidad socioeconómica, prácticas socioculturales (…) y la ausencia de control en las obras e intervenciones por parte del Estado”.
En caso de gran emergencia, el Dagrd tiene convenios de asistencia mutua con organismos de socorro en el resto del área metropolitana, en el país y en el mundo.
Quisimos obtener un diagnóstico más diferenciado y detallado de nuestra comuna con el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd), ente encargado de coordinar el cumplimiento del mismo plan, así como la acción de los organismos de socorro, incluido el Cuerpo Oficial de Bomberos de Medellín, el cual cuenta aquí con la estación Libertadores, sobre la Avenida Regional. Al respecto, Diego Moreno, subdirector del Dagrd en manejo de desastres, explicó la prevalencia en el centro de accidentes de tránsito, incendios domiciliarios, de locales comerciales e inundaciones por lugares cercanos al río y a los principales afluentes que atraviesan de oriente a occidente este territorio. Buena parte de los más de 14 mil incidentes atendidos bajo la coordinación del Dagrd, en los primeros 11 meses del año, se dieron acá.
Principales riesgos
El plan municipal de gestión de riesgos prioriza “seis fenómenos amenazantes: movimientos en masa (deslizamientos), inundaciones y avenidas torrenciales, incendios de la cobertura vegetal, eventos asociados a riesgos tecnológicos (gases, líquidos, explosiones, incendios estructurales), sismos y aglomeración de personas por afluencia masiva”.
De alguna forma, todos convergen en el centro, dependiendo de cada sector. El considerado centro histórico es especialmente vulnerable a incendios estructurales, desastres asociados a gases y líquidos peligrosos, explosiones, accidentes de tránsito, al igual que estampidas humanas alimentadas por las muchedumbres que lo recorren.
Así lo define también un documento técnico llamado Plan de Emergencia para el Sector Comercial del Gran Guayaquil, que data del año 2007 y que fue elaborado para el Sistema Municipal para la Prevención y Atención de Desastres (Simpad), que lo opera hoy el Dagrd, por parte de la firma Omega Ingeniería S.A., pese a su nombre, ese documento abarca todo el centro histórico de Medellín.
“Aunque han pasado 11 años desde su formulación, sus conclusiones siguen vigentes”, aseguró el abogado Luis Humberto Guidales, miembro de la recién conformada Veeduría Ciudadana del Espacio Público. “Dice allí que el riesgo es muy alto por la poca aplicación de las regulaciones sobre el espacio público. Ese es el factor más grande para acrecentar los riesgos. También están los problemas de planeación y ejecución de algunas obras”, agregó el veedor.
Desorden peligroso
Para Guidales, la ocupación desordenada del espacio público es un “agravante del riesgo. Dificulta que las personas puedan caminar por las aceras y se expongan al riesgo de bajar al asfalto. Ya se han presentado accidentes fatales con buses. Además, hay calles donde es tanta la aglomeración de ventas que la llegada de equipos de socorro se dificulta. A eso súmele las nuevas obras, que reducen carriles vehiculares afectando la llegada de ambulancias o carros de bomberos”.
Consultado sobre esta problemática, el subdirector del Dagrd reconoció el problema de las ventas callejeras y “el reto que nos ponen las obras en el centro”, ante lo cual explicó que para el caso de incendios, las máquinas de bomberos y la buena disposición de hidrantes hace que no se necesite acercar totalmente el vehículo. “Los que apagan el fuego son los bomberos, no los carros, y estos pueden bombear el agua de los hidrantes hasta cinco cuadras con las mangueras”. Sobre las ambulancias, explicó que se trabaja en la adecuación de equipos paramédicos en unas motos especiales, “así llegan primero y estabilizan al paciente y, dado el caso, pueden llevarlo hasta la calle más cercana donde esté la ambulancia, que rara vez es a más de dos cuadras”.
Hay hidrantes cada 200 m, en promedio. Si son amarillos pueden bombear más de mil galones por minuto, los verdes más de 600 y los rojos menos de 500.
Por último, para el titular de la Veeduría de Espacio Público existiría un riesgo adicional: “Las obras no parecen tener planes de emergencia ni contemplar la atención de desastres. Aquí se dan licencias para construir varios pisos de bodegas y locales comerciales, y luego se reducen las calles para evacuar esos mismos edificios, cuando no, se deja que los venteros ambulantes tapen las salidas”.
Podría ser una opinión sujeta a controversia. Sin embargo, el Juzgado Primero Administrativo de Medellín, en septiembre, falló a favor una acción popular interpuesta por Guidales, que ordenaba al Municipio el desalojo de las ventas que obstaculizan la calle Pichincha en el sector de El Hueco, alegando razones preventivas por potenciales emergencias. La administración apeló la decisión y es probable que la disputa se prolongue hasta principios del año entrante. Entre tanto, bien vale la pena observar una de las conclusiones leídas en el mismo Plan Municipal de Gestión de Riesgo de Desastres de Medellín sobre otra decisión oficial en el centro: “La ubicación del Parque Bicentenario hace la zona muy vulnerable frente a la ocurrencia de una avenida torrencial asociada a la quebrada Santa Elena”.