Por: Clara Morales Castrillón
El centro es el espacio público por excelencia. Acoge, convoca, nos hace iguales. Ese valor lo reconoce Comfama y por eso está comprometida con su transformación.
El corazón de Medellín vibra. Está lleno de voces, ritmos, olores, culturas, miradas y contrastes que se encuentran, para hacer de este espacio el lugar insignia de la ciudad. Ese valor lo reconoce Comfama y lo ratifica a través del trabajo que viene realizando en su sede del Claustro, en San Ignacio.
Este bien de interés cultural es un escenario para el esparcimiento y el encuentro, donde convergen el arte y la gente alrededor de actividades y contenidos con valor social.
Enmarcados en la Alianza por el Centro, de la cual hacen parte más de 45 entidades del sector, Comfama se une al propósito de generar una agenda que contribuya a la vida cultural, al entorno comunitario y a la convivencia, y que permita volver a habitar ese territorio de una manera distinta.
En este camino, varias iniciativas sustentan la apuesta de la Caja: programación variada en eventos de ciudad como Caminá Pa’l Centro; disposición de espacios que sirvan de plataforma para visibilizar colectivos y grupos artísticos; formación de públicos mediante exposiciones, tertulias, jornadas de lectura, conciertos, conversatorios y una agenda que sorprende y convierte cada visita en una experiencia significativa.
Volver a la historia, la clave del futuro
Pocas edificaciones han tenido tantos usos como el Claustro de San Ignacio: fue monasterio, colegio, observatorio atmosférico, estación de policía y cárcel. Este lugar, que hace parte del complejo arquitectónico de la Plazuela de San Ignacio, fue una iniciativa impulsada por el Cabildo de Medellín en 1793 y desarrollada por Fray Rafael de la Serna en 1803.
El claustro está ubicado entre las calles Pichincha y Ayacucho, también conocida como la “Calle de la Amargura”, pues por allí bajaban los desfiles fúnebres hasta el cementerio San Lorenzo y las estaciones del Viacrucis los viernes santos. De ese recuerdo hoy solo queda el cuento, esta zona tiene vida y los llantos se han cambiados por las campanas del tranvía.
A partir del año 2004, con reconocimiento y respeto por la historia, Comfama restauró y puso en funcionamiento esta sede de servicios para la comunidad. Hoy cuenta con permanente actividad cultural y ofrece servicios bibliotecarios, financieros, turísticos, de empleo y de vivienda, además de programas educativos en artes, música, desarrollo humano, e inglés entre otros.