La Cava Túnel, un nombre que ya invita a cierta exclusividad, materializada en el aislamiento que este lugar tiene del resto de lugares del centro, está ubicada bajo las instalaciones del Hotel Nutibara y nació hace 5 años como una alternativa para quienes amaban el vino y el maridaje con quesos y jamones, una atención personalizada por expertos sommelier, una música acompasada, suave y que sirviera más de compañía para dejarle espacio a la conversación. Una oferta tal vez ambiciosa para esta zona.
La Cava Túnel sigue existiendo, pero ha variado un poco su vocación. Se ha vuelto más terrenal, más “centrada”, si se quiere. Sigue manteniendo ese ambiente intimista, a media luz, con su túnel cilíndrico en pendiente, su barra en madera con vitrina, sus poltronas setenteras en redondel de a dos o cuatro y mesa central cada una para acomodar copas y botellas. “Ahora ya no hay vino, o sí hay, pero no es lo que más se venda”, me cuenta Ana María Jaramillo. Su esposo tomó el mando del lugar junto con otro socio hace apenas un año y le han dado un nuevo aire, que ya está invadido por el reguetón, la salsa y la denominada “música de despecho”. Lo que gusta en la zona, no nos llamemos a engaños.
En este curioso lugar, la carta del Hotel Nutibara es la encargada de ofrecer platos de calidad a sus visitantes.
Aguardiente y cerveza son la especialidad del lugar. Abren de lunes a sábado desde las tres de la tarde y no tienen hora fija de cierre, igual, a nadie le preocupa en semejante sitio tan recóndito. “Es un sitio muy privado, muy reservado, viene mucha parejita y cuando ya está entrada la noche, hay hasta baile. No hay un sitio así en el centro, la gente se sorprende cuando viene aquí”, asegura Ana María.
“A mí me gusta interactuar con la gente. Aquí servimos de confidentes, de sicólogos, la gente viene sola y necesita hablar. Este también es el lugar para eso”, cuenta. Le pregunto si guarda muchos secretos, ella solo sonríe y es la única vez en toda la conversación en la que me aparta la mirada.